———
· Lauren ·
————Aléjate más!
La fregona de Grouper sonó en el suelo, y empezó a correr cojeando por el largo pasillo. Shannon, la enfermera a cargo del turno de día, pasó sacudiendo la cabeza. No era la primera vez que nos había visto haciendo mierda como esa... habíamos estado jugando desde que Grouper se había visto afectado para caminar. La cirugía
de cadera había ralentizado al anciano hace unos años. Ahora mis pases eran más un globo que una bala.
―Tiene sesenta y nueve años ―dijo Shannon por encima del hombro―. Le darás a ese dulce anciano un ataque al corazón algún día. ―La atrapé sonriendo mientras continuaba.
Cuando Grouper llegó al otro extremo de la habitación envié el balón en espiral a dieciocho metros, hasta que cayó directamente en sus manos.
―Todavía lo tengo. ―Se dirigió hacia mí.
―Nunca lo tuviste. Puse el balón en tus manos.
―Tonterías. Lanzas como la mierda. Todo el mundo sabe que un pase es solo tan bueno como el receptor.
―¿El pequeño Guppy sabe cuán irrespetuoso es su abuelo con su ídola?
―Pfft. Ídola. Yo soy su maldito ídolo.
El Grouper de ocho años era un gran aficionado al fútbol y un fan aún más grande de Lauren Jauregui. Para su último cumpleaños, había pasado por la fiesta del niño. Estaba tan emocionado que se puso a llorar cuando me vio. Eso me dio unas cuantas semanas de material para molestar al Grouper mayor.
Me detuve en la estación de enfermería.―¿Cómo estuvo su semana?
―En realidad, fue una buena semana ―dijo Shannon―. Quiere ir de compras. Dice que necesita ropa interior nueva, a pesar que tiene un cajón lleno.
―Entonces haz que el ayudante la lleve de compras.
―Quieres que haga que el ayudante la lleve en una excursión que te costará un extra de trescientos dólares, más el costo de la ropa interior, a pesar que ya tiene cuarenta pares.
―¿La hará feliz?
―Supongo.
―Entonces, sí.
Sonrió.
―Voy a programarlo para esta semana.Encontré a Marlene en su habitación, viendo una repetición de el precio justo. El concurso estaba en el juego de diana, donde había que sumar el precio de
unos cuantos artículos diferentes para conseguir el total más aproximado.
―Hola, Marlene.
―Shhh.
Tenía una libreta y lápiz, y su temblorosa mano estaba anotando
furiosamente los precios mientras mostraban cada artículo. Bob Barker sostenía un cartón de leche y le eché un vistazo a su garabato. Quince centavos. Muy bien, tenía una idea de en qué año estábamos en la actualidad.
No estuvo feliz cuando su total ni siquiera se acercó a la respuesta. Traté de hacerla sentir mejor.
―Exageran los precios para que sea más difícil.
―Creo que tienes razón.
―Claro que la tengo. Siempre estoy en lo correcto. Y también soy
malditamente bien parecida. ―Abrí la bolsa de papel que había estado cargando y desenvolví el papel blanco, revelando el Reuben que había deseado la semana pasada.
―Fuiste a Heidelman.―Sí. ―O tal vez a la franquicia Kosher Deli de Ben que tomó su lugar hace diez años. No era importante.
―No puedo esperar para comerlo. ¿Puedes pasarme mi caja de los dientes?
―Tus dientes ya están en tu boca, Marlene.
Se tomó un minuto y confirmó que estaba diciendo la verdad con un golpecito de su uña contra su diente frontal. A pesar que su mente estaba en cualquier lado, sus dientes eran casi siempre una conversación semanal.
―Willow vino a verme el otro día.
―Eso es bueno.
―Síp. Me contó lo que hizo.
Ni idea.
―Oh sí. ¿Qué fue eso? Ya no puedo estar pendiente de todas las cosas que hace Willow.
―La piscina. Ya sabes. Ustedes dos deberían avergonzarse de sí mismos. La próxima vez, la policía no será tan amable.
Nunca dejó de sorprenderme cómo podía recordar algo de hace más de diez años muy claro, sin embargo, no recuerda dónde puso sus dientes hace cinco minutos. Era casi como si sus recuerdos más recientes estuvieran huyendo. Esperaba que mi recuerdo del incidente en la piscina nunca desapareciera de mi memoria.
Fue la primera vez que vi a Willow desnuda. Y la noche en que descubrí que el dolor en mi pecho cada vez que la chica, a la que llamaba Willow la Salvaje, hacía algo para matarme del susto no era dolor. Era amor.
―Fue mi culpa. Willow trató de convencerme de lo contrario. Solo saltó la valla para sacarme. La tiré a la piscina.
Marlene me miró con escepticismo. Con razón. Nadie en su sano juicio creería que Willow tenía que ser convencida de hacer nada que tuviera al borde de la imprudencia. La chica siempre había bailado en el filo del cuchillo, sonriendo, mientras yo observaba, esperando a detener la hemorragia cuando se cortara. Era lo más hermoso de ella. También lo más feo.
―Esta es mi última advertencia. Si se meten en más problemas, las mantendré separadas. Las dos actúan como un par de chifladas juntas.Robé la mitad de su Reuben y prometí mantenerme alejada de problemas. La ironía era que había amenazado con mantenernos separadas, pero al final, ella era lo único que nos mantenía juntas.
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Le Balleur - Camren G!P
FanfictionLauren Jauregui, la jugadora mas valiosa del Super Bowl, rápidamente despertó un nuevo pasatiempo; liarse con la periodista deportiva.