Capítulo 5

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–Por fin te dignas a llamar –bufé.

–Lo siento mucho, Leen, he estado muy ocupado.

Lo miré a través de la pantalla, sus ojos tenían unas ojeras notorias, su cabello se veía pulcro pero sabía que todo eso se debía a lo mucho que se esmeraba por verse bien para todas sus reuniones. Pero su cara... había un cansancio bastante marcado en ella, sus párpados estaban decaídos, su sonrisa se veía muy apagada.

–¿Mucho trabajo? –le pregunté mientras me acomodaba en la cabecera de mi cama y lo miraba suspirar.

–Ni te imaginas. La he pasado muy mal por aquí. Te extraño, Nueva York se siente diferente desde que no estás.

Una punzada se sintió en mi estómago. Juraba que mi ausencia había pasado desapercibida.

–También te extraño, Seren, te extraño muchísimo, no sabes lo que me encantaría estar ahí para ti y poder ser de ayuda en algo.

Noté como una cálida sonrisa se formó en sus labios.

–Sí estuvieras aquí serías de mucha ayuda para mi, y lo sabes, pero desde allá también sirves como gran motivación.

Aguanté la respiración mientras mis dedos sostenían con fuerza mi teléfono.

–No es mucha mi ayuda, me encantaría poder hacer más.

–Mantener el contacto conmigo es más que suficiente.

–¿Cuándo vendrás a visitarme? Te estás tardando.

–Pronto haré un espacio, te lo prometo. Mi padre está empecinado en que le cierre dos tratos que, si todo sale bien, estarán listo para para antes de tu cumpleaños.

Claro, estaba ese gran problema. Su papá.

–Falta una semana para mi cumpleaños, Seren. Por estas fechas nunca conseguirás un vuelo a tiempo.

–¿Eso es un reto Leen? Sabes que adoro los retos –me dedicó una sonrisa juguetona.

Atrás de él se encontraban los estantes de su oficina, la reconocía a la perfección.

–No es un reto, es la verdad.

–Ya lo veremos –me sonrió otra vez– te tengo que dejar, Leen, tengo una reunión en diez minutos, ¿hablamos después?

–Claro –dije desmotivada.

–Hey, no pongas esa cara de perro chiveado, te quiero feliz, ¿okay? –me miró– a ver, una sonrisita –mostró sus dientes.

–Eres un payaso, Seren.

–Sonríeme Ayleen.

Solté un bufido y le sonreí completamente falsa, pero a él le pareció suficiente.

–Te quiero, Leen.

–Y yo a ti –le dije antes de colgar.

Era muy difícil tenerlo tan lejos. Seren había sido mi mejor amigo desde que tengo memoria, hemos pasado cada momento y cada etapa juntos desde que éramos unos críos. Lo adoraba.

Ese cariño que tanto le tenía había evolucionado un poco cuando entramos a la adolescencia y me di cuenta de que lo había dejado de ver con ojos de amigo y había pasado a ser algo más personal, algo más grande y algo que yo simplemente no comprendía.

Una noche, me acuerdo perfectamente porque era mi cumpleaños número dieciséis, Seren me besó, en la oscuridad de mi cuarto mientras veíamos una película. Ese día todo lo cambió para mí. Han pasado tres años desde eso, y no he podido dejar de verlo con los mismos ojos porque, pese a que nunca hemos sido nada oficial, esperaba el día a que en el momento indicado se dieran las cosas.

Axavel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora