XXXV. Taehyung

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—¡No te preocupes por esto, déjame hablar con mi hermano!

La voz de Yoongi es aguda y tensa, tan fuerte que me encojo contra la pared. Mi tío está al otro lado de su escritorio, su cuerpo rígido mientras se apoya en su bastón de madera oscura. Él me mira, sus ojos helados oscuros y furiosos como si esto fuera de alguna manera mi culpa.

Ni siquiera estoy seguro de lo que está pasando. Me desperté cuando Jisoo abrió mi puerta y dijo que el rey exigía verme. Apenas tuve tiempo de dejar que me vistiera y, como resultado, no estoy ni cerca de estar presentable. Mi cabello todavía está en su estado natural  y solo tuve tiempo de tomar un traje de día simple. Me siento desnudo y como si hubiera entrado en una habitación con un arma cargada.

—¿Qué ha pasado? —Pregunto.

Mi tío se gira para mirarme. Una vez más, estoy desconcertado por su evidente enfado. Lo he visto varias veces; especialmente cuando habla apasionadamente sobre la venganza de mi padre, pero esta es la primera vez que se dirige a mí.

Mi estómago cae al suelo, mi cara se calienta como si miles de soles hubieran estallado en su interior.

¿Se enteraron de lo de anoche?

Imposible. Me meterían en las mazmorras, no estaría aquí sin grilletes y cadenas.

—Qué paso —comienza mi tío—. Es tu primo, mi hijo, ha sido secuestrado.

Mis pulmones colapsan. —¿Qué?

—¡Pará... pará... pará! —Yoongi chilla, levantando las manos para tirar de su cabello. Mis ojos se agrandan mientras lo miro, notando la piel pálida y las profundas bolsas de color púrpura azulado debajo de sus ojos.

Se ve enfermo.

—Ellos lo saben —murmura para sí mismo—. Él debe estar diciéndoles.

Doy un paso adelante, mis entrañas se agitan con sus divagaciones. No estoy seguro de qué lo tiene tan molesto, pero algo me dice que tenga cuidado.

—Su Majestad, ¿quién sabe?

Sus ojos saltan a los míos y empuja una caja de madera cuadrada con bisagras de metal negro polvoriento y una imagen tallada en la madera en la parte superior. A medida que me acerco, me doy cuenta de que es una hiena parada sobre un león muerto: muestra los dientes y sus ojos negros reflejan llamas.

El detalle es inmaculado y antes de que pueda pensarlo dos veces, mis dedos alisan las muescas, hipnotizados por el intrincado diseño.

—Ábrelo —susurra Yoongi.

Lo hago, y mi estómago se rebela ante la vista, las náuseas azotan y suben a mi garganta, es una mano cortada hasta la muñeca con sangre seca acumulada en cada centímetro de piel, parece como si hubiera sido roída. Y justo al lado hay un par de anteojos con montura de carey.

—¿Es eso...? —pregunto, mis ojos van de Yoongi a mi tío.

Seojoon asiente, sus fosas nasales dilatadas mientras golpea la base de su bastón contra el suelo.

—Hay una nota —susurra Yoongi, con la voz quebrada.

Me pasa una hoja de papel, pero antes de que pueda ver lo que dice, la puerta se abre y Hoseok entra como si fuera el dueño de la habitación y de todos los que están en ella. Sus penetrantes ojos de se posan en mí, su mirada recorre mi cuerpo arriba y abajo, brillando.

—Hoseok, finalmente. —Yoongi suelta un suspiro.

—¿Llamaste, hermano? —Hoseok sonríe y se adentra más en la habitación—. Te ves horrible, ¿mala noche?

CICATRIZ 瘢痕; HOPEVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora