Prólogo

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La luna se alzaba brillante sobre Belledonne, Marie-Anne la contemplaba desde uno de los balcones de palacio, a orillas del rio Isère. Siempre tuvo la necesidad de contemplar aquella esfera brillante cuando se encontraba en su fase llena.

Sonreía, era el momento, su caballo estaba esperándola bajo ese mismo punto, solo debía deslizarse por las sábanas que había atado y colgado previamente de la piedra tallada del balcón. Solo tenía que terminan de recoger las provisiones que había dejado preparadas en la cocina. Solo podía pensar en su plan.

Tenía una única oportunidad y no pensaba desaprovecharla. Una luna de sangre, un clavo ardiendo al que aferrarse para ser libre al fin.

Traspasando barreras (Carcassonne II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora