El esponjoso lugar color brillante había dejado de ser tan adorable como siempre. Se escuchaban gritos lejanos, tanto de súplica por piedad como de euforia. El fuego se propagaba por cada lado que se observara quitando poco a poco el brillo de la claridad. Mientras que en el suelo, había una tinta rojiza que decoraba el paso de quien pasara.
Cuando era el fuego quien se apoderaba del lugar, Azazel, un ángel de gran categoría, dominaba una región entera contra los ángeles que no se dejaban llevar por sus ideologías. Él, con su gran espada plateada, cortaba con cortes precisos las alas de los débiles y derramaba sangre inocente por los muros.
Fue él, quien tras un grito liberador de victoria, se metió en el jardín de Eva. Buscándola.
La encontró fácilmente. La mujer de cabello negro y piel clara caminaba con la ropa rasgada por un pasillo que había creado una enredadera a lo largo. Caminaba arrastrando el pie derecho mientras este mostraba una gran herida en su muslo con algo clavado allí, parecía ser restos de vidrio.
Su vestido blanco, lleno de suciedad y sangre, estaba tan desgarrado que parecía mostrar más de lo que era apropiado, pero eso no parecía afectarle ni un poco.
—¡Eva! ¿Estás herida?
Eva lo miró por unos segundos, con los ojos bien abiertos. Estaba tan conmocionada que le tomó unos segundos responder. Azazel se quitó la túnica de sus hombros para cubrirla. Protegiendola.
—¿Dónde está Lucifer?
Azazel miro por encima de sus hombros su alrededor. Era sabido que los árboles de Eva cubrían lo que pasaba en sus raíces, los ojos de Dios no entraban por aquí y menos los oídos teniendo en cuenta los gritos de guerra que había en todo el reino celestial.
—Con Miguel. Le va bien. ¡Ganaremos Eva, ganaremos!
Ella parpadeó, sorprendida.
—Es hora del golpe final. —Azazel la sujetó de la túnica, por encima de sus hombros. —¿Puedes hacerlo? Sino, quédate aquí, yo iré por él.
Eva sacudió la cabeza. Cuando hablaron de la rebelión dejaron en claro que la única capaz de derrotarlo iba a ser ella. Dios desterraba a todos antes de siquiera acercarse un poco, pero con ella... Con ella lo pensaría dos veces y Eva tomaría esa oportunidad.
—Puedo hacerlo.
Azazel sonrió eufórico.
—¡Puedes hacerlo! ¡Ganaremos, Eva! ¡Ganaremos!
¡Ganaremos!
El grito de Azazel en la primera rebelión abrazo a Emmeline cuando esa mañana veía a distancia como él abrazaba a Arzaylea y le aseguraba que todo iría bien.
Ella lo miraba a los ojos, respondiéndole con cariño y despreocupación. Él le sonreía, espontáneamente. Emmeline podría pasar la tarde viéndolos desde su lugar sumergida en sus pensamientos, le resultaba hipnotizante ver a dos personas enamoradas comunicarse.
ESTÁS LEYENDO
El Rey Espiritual
ФэнтезиSECUELA DE "LA REINA DE LOS CAÍDOS" -Seamos sinceros, Eva... Dios está ahí afuera y sus seguidores igual, necesitarás de alguien para sujetarte... Porque al fin de cuentas, todos terminamos cayendo. No pretendamos ser lo que no somos. Nosotros somos...