Capítulo IV

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—Cartas de amor desde el cielo—Murmuró Charles, con una sonrisa observaba la reacción de Mick que se había puesto a dar vueltas con los brazos extendidos mirando hacía el cielo.

—Primero los marcianos intentaron secuestrarte, y ahora, recibes cartas del cielo. Tienes mucha imaginación.
—Lo de los marcianos fue cuento de Mick—Dijo para defenderse y vio que en los labios del hombre, se volvía a dibujar esa sonrisa inquietante.

—¿Entonces si crees lo de las cartas del cielo?
—Por supuesto—Dijo Charles y saco la lengua para saborear un copo—Esa era de Elvis.
Sergio soltó una carcajada.

Jules lo habría dejado ahí, pero él dudo ¿A el que le importaba que Sergio pensara que estaba como un cencerro? pero en realidad, sí le importaba.

—Mick quería ver la nieve en Navidad, como prueba de que su madre esta cuidando de él desde el cielo. Eso es lo que todo el mundo le dice siempre.

¿Por qué se lo había contado? Era algo tan personal...¿Por qué tenía aquella sensación de que podía confiar en él?

Sergio lo miró intensamente.
—¿De verdad lo crees? ¿Que él lo esta cuidando?
A Charles le hubiera gustado hacer un comentario divertido, para ocultar lo que sentía, pero le resulto imposible.
—Es lo que quiero creer.
Sergio esperó un instante antes de contestar.

—Eso es muy bonito, Charles, espero que sea verdad—Se quedo en silencio y después miro al cielo, Charles no pudo evitar ver el gesto de preocupación.
—Me parece que tu no ves cartas del cielo.
—Me imagino que no.
—¿Qué vez entonces?

—Tal vez problemas, han anunciado en las noticias una tormenta, parece que va a caer mucha nieve hasta navidad.
—¿En serio?—Preguntó Charles con un suspiro.
"Oh Jules, parece que si sabes mandar cartas del cielo"
—Parece que no lo has entendido—Dijo en voz baja, para que Mick no pudiera oirlo—Si nieva mucho pueden quedar aislados. Le he puesto la pala quitanieves a la camioneta; pero aun así podría tardar dían en despejar el camino ¿Que pasaría si perdieras el avión?

Charles se quedo pensativo.
—¿Qué sugieres que hagamos?—Preguntó molesto por las malas noticias.
—Hay un hostal muy agradable en Bragg Creek, seguro que podrían alojarse en caso de emergencia.
—Anoche te burlaste de mi por tener miedo.
—Me burle de ti por tener miedo de cosas tan irrelevantes como osos y ladrones, pero la nieve es muy real.
—Las predicciones del tiempo suelen equivocarse—Dijo charles.

Sergio suspiró hondo y miró para otro lado. Charles de dio cuenta de que estaba haciendo un gran esfuerzo por mantener el control, que iba a intentar de hacerlo entrar en razon.

—Voy a preparar el desayuno, seguro que la cabaña ya se ha ventilado ¿Quieres huevos con beacon, Mick?
—Si, Sergio, quédate con nosotros.
—Seguro que esta ocupado—Dijo Charles tratando de deshacerse de él, que parecía que quería arruinarle las vacaciones.

Él quería marcharse, no le cabía la menor duda, pero antes, tenía que convencerlo de abandonar la cabaña.

—Creo que puedo quedarme a desayunar—Dijo como si estuviera accediendo a comer clavos.
Charles miró hacia el cielo y entro en la cabaña, después de darle instrucciones a Mick para que no se alejara. Dentro el humo había desaparecid, aunque el olor aun permanecia. Sintió un fuerte escalofrío y se puso a cerrar las ventanas.

Sergio entro detrás de él y se ocupo del fuego.
A Charles le parecio una bonita estampa y deseó que fuera de verdad. Deseo que Sergio se volviera hacía él y lo mirara con una sonrisa y ternura en lugar de con irritación e impaciencia.

Miró por la ventana y vio que Mick seguía jugando con la nieve, su cara era la viva imagen de la felicidad.
Suspiró contento y se dispuso a encender la cocina. Abrió el gas, encendió una cerilla y...toda la cara se le lleno de cenizas.

Un amor por Navidad.  ❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora