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Hace oficialmente siete meses, la pareja enlazada de alfa y omega habían recibido la noticia más hermosa y emocionante de sus vidas. Lance no estaba esperando no uno, si no dos bebés.

El embarazo de Lance fue inesperado pues ellos no buscaban cachorros realmente, era jóvene aún. Lance apenas tenía 25 años y Fernando 42. Todo se debió al descuido en el celo del alfa.

Pero definitivamente nunca agradecieron tanto descuidarse; fue lo mejor que les pido haber pasado.

Ambos estaban totalmente emocionados por la llegada de sus dos cachorritas, que por cierto, son dos niñas, no aguantaban más sin tenerlas en sus manos.

Por la parte de Fernando, no había cambiado mucho desde el embarazo de su omega, simplemente se puso el doble de protector y posesivo, y mucho más amoroso de lo que era. Lance la verdad no podía pedir un alfa mejor, Alonso era ejemplar.

Pero por parte del embarazado, osea Lance, la verdad esque todo cambio, obviamente.

El chico por los primeros meses fue atacado por las náuseas que no lo dejaban en paz, incluso había perdido la cuenta de las veces que vómito encima de Alonso para luego llorar por horas avergonzado, siendo consolado obviamente por el que era vomitado.

Luego de su segunda parte del embarazo, la cual estaba viviendo a medias, ya que estaba entre la segunda y la tercera, fue todo un caos.

Las hormonas se revolucionaron y los cambios de humor atroces que el monaquense sufría aterraban al alfa, por un momento el omega estaba enojado y al otro estaba mimoso, luego se ponía caliente y mientras follaban, luego se largaba a llorar. Fernando aveces no entendía y sufría.

También estaban los antojos, y vaya, Fernando no podía odiarlos tanto. El alfa no sabe cuántas veces salió de la casa a las dos de la madrugada para ir a una tienda a comprar comidas demasiado extrañas y asquerosas, pero Lance las disfrutaba mucho, entonces, valía la pena.

Y por último, pero no menos importante, los cambios en el cuerpo del monaquense. El cuerpo del chico había cambiado mucho; quizás demasiado.

Su delgado cuerpo ya no existía, claro que no, ahora tenía un enorme y redondito vientre el cual era adorable, sus caderas estaban más anchas, sus muslos estaban regordetes, su culo también había crecido - Fernando definitivamente se lo agradecería a Dios cada día - y por último, sus pechos.

Sus enormes y rellenos pechos.

Lance ya no contaba con su pecho plano el cual simplemente tenía dos rosados pezones, no, ahora tenía dos enormes bolas de grasa, las cuales estaban rellenas de leche para amamantar.

Al omega no le gustaba mucho pues al su parecer su pecho le había crecido más de lo que debía, pero a su alfa lo volvían loco, completamente loco.

Fernando no podía evitar calentarse cada que veía a su hermoso omega con esas deliciosas tetas colgar; le exitaba tanto que no podía controlarse, por lo que andaba con una erección casi todo el día. Pero Lance estaba tan en la suya que casi nunca se daba cuenta.

Y para su mala suerte, desde los tres meses del embarazo del menor, el obstetra les había prohibido el sexo en su totalidad. Por lo que Alonso era un pobre alfa frustrado que vivía a base de pajas.

Y sumándole todo, Lance desde que describió el fetiche de Fernando con sus pechos le prohibió tocarlos. El alfa jamás pudo tocar esas rellenas tetas que tanto deseaba probar.

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En este momento la pareja se encontraba sobre la cama, ambos estaban semidesnudos por el calor que hacía ese día; estaban en verano y justo hoy fue uno de los días más calurosos.

Pechos - Strollonso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora