El Hombre Sombra

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Vivíamos en el sur de los Estados Unidos, el lugar donde vivíamos era bastante pobre, se veían trailers y casas en pésimo estado, la gente por la noche se reúne a hacer carne asada de muy mala calidad, beben cerveza, hacen ruido, yo necesitaba de estos ruidos, lo necesitaba, aunque no me dejaran dormir, aunque me pudieran traer problemas por no dormir bien, mi nombre es Gabriel ya que no se los he dicho.

La razón por la cual estos ruidos me eran tan necesarios es que algo me estaba acosando, como lo leen, algo, no alguien. En mi cuarto entre unos posters de Playboy que mi padre había colocado para que yo le saliera machito y no gay, había un espejo grande en forma de ovalo, era bastante antiguo. Por la noche, cuando ya los ruidos no se escuchaban, generalmente me despertaban, algo desde detrás del espejo, alguien desde esa dimensión oscura que existe dentro del espejo se asomaba, me miraba y daba unos golpes al espejo como si tocara a la puerta. Era algo enorme, una sombra y lo único que yo podía distinguir de aquello gigantesco que se asomaba era que tenía una sonrisa gigantesca y sin dientes.

Era bastante traumático para mi escuchar los golpes, luego de esos golpes escuche:

-Niño, pssttt, niño. –

Yo lloraba colocándome la almohada encima como si me intentara asfixiar, el terror era tan grande, pero yo sabía que no podía ir con este cuento a mis padres, no me creerían además seguro mi padre se enojaría mucho conmigo.

-Niño, sé que me estas escuchando, pequeñín, déjame entrar. – me dijo mientras golpeaba nuevamente.

Un día tuve el suficiente valor para decirle que me dejara en paz y se fuera, pero volví a sentir los golpes:

-Déjame entrar, vamos, déjame entrar pequeñín, déjame entrar. –

Era como si la sombra tuviera una amabilidad falsa sino además grasosa como la voz que tenía.

Un día me quede a dormir en la casa de mi mejor amigo Demian, estaba aliviado por poder dormir en otro lado, llego la hora de dormir, el dormía en su cama y yo en un colchón en el suelo, nos arropamos, nos dimos las buenas noches, apagamos las luces y nos dormimos. Pero durante la madrugada me despierto al escuchar esos golpes, abrí mis ojos asustado pensando “¿Cómo puede ser si no hay ningún espejo?”, aquel hombre sombra ya no estaba detrás de un espejo sino detrás de la ventana, de alguna forma había logrado cruzar desde un umbral hasta el otro, hasta el mundo real, vuelve a golpear ahora sobre la ventana y con una sonrisa enorme. Lo mire con terror tapándome con la sabana.

-Hola pequeñín ¿con quién estas durmiendo? Ah... no me invitaste a entrar, pero ya estoy aquí, ya estoy aquí. –
En ese momento el hombre sombra logra meter la mano dentro del vidrio como si fuera agua, le quita el seguro a la ventana abriéndola de par en par, allí comencé a gritar con todas mis fuerzas, todos llegan a la habitación encendiendo la luz, yo continúo gritando y llorando, pasados unos minutos me logran calmar, pero ahora lo peor comienza, cuando me quito las manos de la cara escucho los gritos del papa:

-¿Dónde está Demian? ¿Dónde está? –

Mi mejor amigo no estaba más en la habitación, cuando llega la policía me interrogan para saber qué había sucedido, aquí no aguanto más y decido contar la historia, es obvio que no me creen, sino que además me meto en un gran problema.
Luego de tres días, encuentran a Demian, en un bosque tirado, lo que más llamó la atención a todos es que había sido consumido desde dentro, como cuando una araña atrapa a un saltamontes, abriéndole dos huecos y chupando todos sus órganos y sangre, sino que Demian no tenía dos agujeros solo había sido consumido por dentro y solo quedaba una carcasa irreconocible.

No me invitaron a mí ni a mi familia al funeral, el padre estaba furioso conmigo, cuando iba a la escuela solo, notaba que los niños hablaban de mi a mis espaldas, esta situación continuaría por muchos años.

Finalmente me hice un hombre, pude mudarme a un lugar mejor, me casé y tuve un hijo, vivíamos en una casa muy bonita en otra ciudad. Cuando mi hijo tendría unos seis años, un niño adorable, yo le leía todas las noches antes de arroparlo y que se durmiera.

Una de estas noches lo arrope, le di un beso en la frente, apague las luces dejándolo allí con todos sus peluches, empecé a revisar mi notebook en el living cuando de un momento a otro la lluvia llego y con esta un relámpago muy fuerte, bebía mi taza de café mientras observaba la computadora, en un momento escuche un golpeteo sobre el vidrio de la puerta trasera de la casa, levante mi mirada la cual se transformó en terror, luego de tantos años luego de 25 largos años allí estaba el hombre sombra sonriéndome de oreja a oreja.

-Pequeñín que ya no es tan pequeñín, ¡Hola! Déjame entrar, ahora ¿si me vas a dejar entrar? ¿verdad? –

Les diré la verdad, me asuste bastante, pero no le voy a dar el gusto de que sienta mi miedo, me levanto con toda tranquilidad, busco en las alacenas en la parte superior para que mi hijo no pueda llegar, saco una escopeta recortada cargándola con dos municiones y vuelvo a la cocina donde se encuentra la puerta trasera.

-Pequeñín que no es tan pequeñín, no me digas que vas a … - un disparo contra la puerta.

El vidrio vuela en pedazos, los marcos vuelan en mil pedazos, el hombre sombra ya no está allí, el agua de la lluvia entra, se escuchan los relámpagos, el suelo se está mojando, la lluvia continua, pero yo estoy expectante a cada movimiento posible, entonces inmediatamente voy corriendo hasta el cuarto de mi hijo.

Allí se encontraba el hombre sombra en la ventana y golpetea la misma.

-Pequeñín, tuviste un pequeñín ¿verdad? Ahora tienes a tu propio pequeñín. – en ese momento vuelvo a disparar por segunda vez hacia la ventana volando todo en mil pedazos.

Con todo lo sucedido la policía no tarda en apersonarse en el lugar y me preguntan por todo lo que sucedió. Intento contar una mentira mezclada con verdad.

-Creo que un ladrón intentaba entrar a robar, creo que estaba un poco loco porque el tipo al primer disparo no hizo efecto y el sujeto se fue para el cuarto de mi hijo. –

Pero mi hijo llorando le cuenta a otro oficial que había un hombre sombra. A partir de ese día mi hijo comienza a tener pesadillas, para serles sincero mi hijo no es tan fuerte como lo era yo a esa edad.
Finalmente, cuando ya quieren encerrar a mi hijo en un psiquiátrico, me quiebro para salvarlo y confirmo la historia de él.

-Si, esto me sucedió de niño, es algo un tipo sombra que salía detrás del espejo y me ha estado persiguiendo, varios años no ha hecho nada, pero esa noche ha vuelto a aparecer. –

Servicios sociales que es una entidad muy seria gubernamental comienza a investigar mi historia, encuentran en los periódicos lo que había sucedido con Demian y deciden quitarme a mi hijo, no solo me lo quitan, sino que esa noche me encierran en una celda.

Estoy sentado allí solo, en un costado de la celda, no puedo dormir y al poco tiempo escucho que los otros presos desde el pabellón de la derecha, todo el camino hasta mi celda comienza a gritar aterrorizados, los gritos amenazantes de esos pandilleros, ladrones, incluso asesinos se vuelven rápidamente llantos y sollozos.

Entonces siento la presencia, la sombra se posa sobre la ventanilla tapando la luz de la luna, los gritos de los presos son aterrorizantes porque lograron verlo, pero esta se detuvo en mi celda, tras la ventana.

-Pequeñín que ya no es tan pequeñín, ¿ahora si me vas a dejar entrar?, tu hijo estuvo delicioso. Vamos pequeñín que ya no es tan pequeñín termina con esto, déjame entrar… –

Terror máximo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora