19. ABRIL II 🔞

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KIHYUN

Aquella mañana Hyungwon se había despertado con dolor de cabeza y, tras mucho insistir, me hizo caso, se tomó una pastilla y volvió a acostarse un rato. Así que subí hacia Montmartre solo por primera vez, en silencio, siendo muy consciente de cada paso que daba porque me preguntaba si todos debían dirigirse siempre hacia una dirección concreta, si aquello era lo que estaba haciendo cuando pintaba, conducirme en cada trazo. El problema era que no sabía aún hacia dónde quería ir. Una parte de mí empezaba a sentir un cosquilleo de orgullo cada vez que Scarlett me aseguraba que, si me dejaba guiar, podría llegar lejos. Y otra parte de mí lo único que deseaba era regresar a casa, poner un vinilo al atardecer y pintar descalzo en la terraza mientras el cielo se teñía de ese tono rojo que me recordaba a Hyungwon.

Resultaba tan contradictorio…

Me senté en los escalones mientras la ciudad amanecía y pensé que, quizá, si hubiese tenido claro el futuro que quería desde el principio, en aquel momento no me sentiría tan incómodo en mi propia piel.

Toqueteé el móvil hasta que me decidí a llamarlo. Minhyuk respondió al cuarto tono y, tras el saludo inicial, hubo un silencio incómodo que rápidamente intenté romper.
—Solo… quería saber cómo estabas.

Bien —suspiró—. Terminando el trabajo final.

Tomé aire. Minhyuk no había respondido al mensaje que le mandé días atrás, aunque en realidad no esperaba que lo hiciese. Desde esa noche, había pensado mucho en él, en nosotros y en cómo se sucedieron las cosas. Empezar a ordenar la maraña de sentimientos que yo mismo había creado no estaba siendo una tarea sencilla, pero valía la pena intentarlo. Y Minhyuk era una de las piezas clave.
—Lo siento mucho —susurré bajito.

No hagas eso, Kihyun. Ya lo hablamos antes de que te fueses. Dejamos las cosas claras.

—Es que no dejo de pensar que nada de esto ha sido justo para ti. Y no es por Hyungwon, te lo prometo. Es por mí. No debería haberte atado a mí durante tanto tiempo solo porque yo te necesitaba y era incapaz de dejarte marchar…

Los dos nos necesitábamos, Kihyun.

—No es verdad —cerré los ojos.

—Sí que lo es. Tú necesitabas alguien en quien sostenerte y yo necesitaba sostenerte a ti. Sabía desde el principio que nunca lo olvidarías a él, pero aun así me valía lo que teníamos, sentirme útil contigo, lo fácil que era todo…

—Quizá demasiado —gemí.

Probablemente sí.

Nos quedamos callados durante tanto tiempo que llegué a pensar que Minhyuk había colgado, pero no, seguía ahí, respirando al otro lado de la línea.
—Es como ver el amanecer contigo, aunque estés lejos. Estoy en lo alto de la colina y no te imaginas lo bonito que es esto, cuando la ciudad empieza a despertar y se llena de ruido. Aquí siempre hay ruido, en realidad. Es extraño. Como un murmullo que nunca cesa.

¿Nos veremos cuando vuelvas?

—Siempre que tú quieras.

Entonces, pronto, Kihyun.

Me quedé un rato más allí después de colgar, pensando en la suerte que había tenido al cruzarme en el camino de Minhyuk aquella noche. Quizá no todas las historias estén destinadas a ser un «para siempre», pero no por ello el trayecto recorrido vale menos la pena. Me gustaba la idea de quedarnos con todo lo que nos habíamos dado antes de tocar el fondo vacío de un cajón en el que ya no quedaba mucho que rescatar.

Lo que somos 2° Parte // HyungKi (Ad3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora