Recomendación: Si gustan escuchen la música mientras leen, es más bonito así ^^♡.
El viento frio que mecían las hojas de arce, parecían suaves olas de un mar manso , que de vez en cuando caían como lagrimas, aterrizando en el suelo, creando una alfombra anaranjada rojiza, en la cual madre e hijo reposaban.
Dos brazos abrazaron el frágil cuerpo de un niño asustado.
Una manta carmesí cubriendo desde sus pies, hasta parte de su cabeza y dos ojitos, uno rojo y otro negro, miraban aún con miedo a la mujer que lo arrullaba.
La mujer vestia una corona de plata, llena de adornos de mariposas y cristales de piedras preciosas, acompañados de un hermoso centro que sostenía una gema blanca y brillante, la cual resplandecía con la luz de la luna. El rojo la distinguía de la oscuridad y sus collares del mismo color de su corona, la hacia tan hermosa como una estrella de aquella noche.
Las mariposas de plata tintineaban en su cinturón y pulseras, como si tuvieran vida, creando un aura totalmente mágica.
El pequeño niño se aferraba de la túnica de su madre, asustado por haber sido gritado por su padre nuevamente.
Sin embargo su madre que le acariciaba el cabello negro y lacio solamente lo llenaba de besos.
- Oh mi pequeño Hong-Er, perdona a tu padre, él es así porque no quiere que seas una persona débil - susurró la mujer - Él... sabe que en futuro te enfrentarás a muchas adversidades y es mejor que estés preparado -
El niño de nombre Hong-Er enterró el rostro en el pecho de su madre y de una forma inocente dijo - Este Hong-Er no quiere pasar esas adversidades -
Su madre sonrió un poco, su cabeza se inclinó hacia abajo y dándole un beso de muchos a su pequeño, continuó - En algún futuro crecerás y tendrás que enfrentarlo todo lo que se te ponga en el camino ¿Esta bien?... Por ahora, solo quédate aquí conmigo y yo te cuidaré -
Hong-Er solo se abrazó con más fuerza a su madre - ¿Puedo quedarme aquí por siempre? -
- Hmn, si eso desea mi pequeño Hong-Er -
El pequeño al escuchar ello relajó un poco su agarre, su mano dejó estar tensa y sus hombros rígidos, sus oídos se llenaron de la canción de cuna que salía de los labios de su madre y sus ojos poco a poco se cerraron con pesadez. Ese día había sido uno muy duro, en especial porque había sido un objeto de burla para otros niños y porque su padre en vez de defenderlo, le gritó por haber llorado ante tales comentarios.
Hong-Er no entendía que de malo tenia su ojo rojo.
Para él, su ojo era bonito, le recordaba al color preferido de su madre.
[...]
Cuando el cielo nuevamente se iluminó y Hong-Er abrió los ojos lo único que vio fue la tela roja con la que estaba cubierto pero ya no a quien le sostenía en brazos.
Se talló los ojos, y paso una mano por su mejilla, para sentir una extraña humedad en su piel. Al mirar sus dedos lo único que vio fueron ciertas manchas rojas Carmesí deslizándose.
Hong - Er miró hacia todos los lados y se dio cuenta de algo importante.
Ese lugar no era ni siquiera su casa.
Y lo único que pudo salir de sus labios fue un -¿Mamá.....? -
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