La brisa danza en armonía con la atmósfera que envuelve el jardín, y desata una sinfonía de vientos frescos que no interfiere con su dedicación. Toca suavemente los pétalos de las rosas mientras una de las damas de compañía riega.
El invernadero es su nuevo lugar favorito, inhala la fragancia mientras las tonalidades verdes la distraen, las tardes han comenzado a ser agradables, no se aburre desde que adoptó el trabajo de jardinera.
La calidez del invernadero la atrapa y se hace una cola con la cinta roja para que las mechas no se le vengan a la cara. La luz tenue se filtra a través de las hojas a medida que corta las secas.
Sus manos son delicadas pero se deslizan con destreza entre las hojas, acariciando cada planta con mimo. Zena por otro lado, deja escapar un suspiro largo, no tiene buena cara y Serena sabe porque, no le gusta las plantas pero hace el esfuerzo de acompañarla.
—No se para que te torturas, ve a hacer otra cosa. —dice quitándole la ánfora a su dama de compañía —Tengo a otras que pueden ocupar tu lugar. No tienes que seguirme.
—¿Para qué? ¿Para que se exceda y termine exausta por dárselas de jardinera? —replica Zena mientras Serena riega las plantas —Como si no hubieran suficiente jardineros en Vaulex.
Comenta en contraste con el suave murmullo del agua al regar, sonido que resuena en la cúpula de cristal.
—Eres bien molesta —deja lo que está haciendo y mira a su doncella —Tanto que llegas a ser insoportable.
Decide ignorarla y Zena hace lo mismo. El invernadero se convierte en un santuario donde la paciencia se entrelaza con el crecimiento vital de cada ser verde que florece bajo su cuidado.
—Te voy a llamar Éter de ensueño —bautiza a la rosa blanca que deslumbra con su pureza.
—Lo que faltaba... —bufa Zena ladeando la cabeza —Nomás falta que les dé comer.
—Y a ti.... —simula no escucharla y agarra otra de color roja —Extasis Escarlata.
—Y a ti te voy a llamar .... —se toma su tiempo y cuando lo tiene en mente la voz inocente de su sirvienta la interrumpe,
—¡Su hermano ha vuelto! —le comunica Carile haciendo que Serena tumbe la flor a la tierra.
La ve agitada, por lo que es fácil suponer que atravesó el palacio corriendo para darle la noticia.
Cada partícula de su ser se congela, y a pesar que se estuvo preguntando cuando él volverá, la verdad es que no estaba mentalmente preparada para oír que regresó.
—Hasta aquí llegaron las tardes de jardinería. —escupe Zena
Mira a su doncella que la devuelve a la realidad. Un escalofrío recorre su espina dorsal.
—¿Princesa? —la llama Carile
—Empezaba a hacerme la idea de se tomaría un mes más —se recompone mostrándose indiferente.
Por dentro la angustia la inquieta. Él ha vuelto.
—Como princesa que reside en Vaulex, es su obligación darle la bienvenida al señor del palacio. —le informa.
—¿Porqué debería hacerlo? Para eso están sus sirvientes. —le da la espalda con la vista sobre las flores, retomando la tarea de regarlas.
—En éste momento, usted princesa, es la única persona que su alteza tiene a su alrededor.
Por el tono de su voz, se percata que algo la tiene afligida poniéndola a ella en la misma situación. Vuelve la vista sobre Carile.
—Bien ¿Qué es lo que te tiene preocupada? —pregunta y la doncella vacila acabando con su paciencia —No soy adivina y si no me lo dices no voy a entrar al palacio para verlo.
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La Princesa Del Emperador
RomanceConocida como la Rosa del Imperio, Serena es la princesa menor de la familia real que sólo algunos tienen el privilegio de conocer. Desde niña y sin ser presentada en sociedad, ha llamado la atención, no hay nada ni nadie que quede deslumbrado con s...