20 Matthew

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Paso..., paso..., paso...

¿Cómo he podido ser tan pringado? ¿Tan capullo? ¿Tan idiota?
¿Cómo le he podido decir que quería seguir conociéndolo?
¿Cómo he podido creer que un tipo como él se iba a interesar por un tío como yo?

¡Se acabó!

No voy a volver a pensar en Kim Jiwoong. Lo voy a olvidar. En eso soy especialista.

Ya le he dado las gracias. Ya le he pedido disculpas por si lo molesté en algo y, por lo que a mí respecta, el tema está zanjado.

¿Será idiota diciéndome que no tengo educación?

Se que tendría que haberle pedido una disculpa más. Debería haberme disculpado por haber dicho que mi hermano estaba en Guryong a causa de su prima. Ahora que sé la verdad me siento mal, pero mira, ¡da igual! ¡Que les den a él y a su prima!

Con la tarde libre por delante hasta que llegue la noche, cuando he quedado con Taerae, decido parar en un supermercado para comprar algo de comida. Tengo la nevera totalmente vacía.

Allí recorro los pasillos con tranquilidad mientras miro los productos y pienso en el capullo de Jiwoong. ¿Cómo ha podido tratarme así? ¿Cómo he podido decirle que me gusta?

Estoy molesto por ello cuando oigo la canción que comienza a sonar por los altavoces del súper. Es la misma que bailé con Jiwoong en el restaurante y, al notar los misiles Tomahawk en mi estómago, musito:

No me jodas...

Pero, inevitablemente, estos explotan y yo pienso en lo que ocutrió en aquel momento. En cómo bailamos. En cómo nos miramos. En cómo nos besamos. Y, uf..., lo que me vuelve a entrar por el cuerpo. Venga, vale. Reconozco que nunca había sentido algo así, y entonces me doy cuenta de cómo está de acelerado mi corazón.

¿Por qué? ¿Por qué me late de esta forma?

No. No puede ser. Yo no creo en los flechazos.

Pero, joder, ¿por qué me siento así?

Finalmente, e intentando dejar de pensar en aquel hombre, que no me conviene, compro cerveza, pollo, patatas congeladas, galletas, mantequilla y leche, y lo meto todo en mi mochila. Más no, que en la moto no puedo llevarlo todo.

Según salgo de comprar me suena el teléfono. Es mi hermano Hanbin. Emocionado, me cuenta cómo ha ido su primer día de rodaje y yo lo escucho y me alegro por él. Sentir su emoción me hace preguntarme si sabrá que Jiwoong es el primo de la innombrable.

Imagino que sí, puesto que en el mundo del cine se conocen todos, pero decido ser discreto; es lo más razonable. Cuanto menos se la mencione, mejor.

Hanbin me dice que Hao lo ha llamado. Han encontrado su cartera con la documentación y el se la guarda. Así pues, me ofrezco enseguida a ir a buscarla. Hanbin se niega, no quiere que vaya de nuevo a Guryong. Pero yo insisto. Insisto. Insisto. Son las tres
de la tarde, estoy a escasas manzanas de la zona, y al final mi hermano cede. Recogeré la cartera y se la llevaré a su caravana.

Una vez que me encamino hacia Guryong pienso en lo que sucedió allí. Como Hanbin dijo, la noche del incidente estaba limpio.

En el hospital le hicieron análisis y yo mismo lo vi. No se había drogado. En la radiografía se pudo comprobar que el golpe recibido en la caída le había provocado una luxación en el codo. No estaba roto ni fracturado, y saberlo nos hizo llorar a ambos. Para Hanbin era muy importante ese trabajo.

Esa madrugada, cuando regresamos a la caravana con su brazo vendado y puntos en su ceja, me contó por qué estaba en aquel lugar. Al parecer había recibido una llamada de Rick, un compañero de Alcohólicos Anónimos, pidiéndole ayuda: tenía que ir a Guryong a buscarlo. En cambio, lo que en realidad se encontró alli que el tal Rick y otros lo esperaban para darle una paliza y robarle.

Si hay que perder el miedo a algo, que sea al miedo. MATTWOONG Donde viven las historias. Descúbrelo ahora