32 matthew

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Pienso en escaparme tras la grabación de la escena de Hanbin, pero me resulta imposible. Mi hermano se ha empeñado en que lo acompañemos al hotel, donde han organizado una cena informal, y por supuesto nosotros, su familia, estamos más que invitados.
Intento evitarlo. Lo intento de todas formas para alejarme de Jiwoong, pero mi tía y mis primos están tan emocionados que no hay manera de hacerlos cambiar de opinión. Al final o los mato o claudico. Así que mejor claudico.

Para ir al hotel vamos en uno de los autobuses que tienen contratados, y me sorprendo cuando Oh seungmin, al verme, recuerda mi nombre y, sentándose a mi lado, sigue hablando conmigo.

¡Qué majo!

Una vez que llegamos al hotel los miembros del equipo suben a sus habitaciones. Todos quieren ducharse tras lo mucho que han sudado en la grabación, y nosotros, junto con otros invitados de la productora, pasamos a un salón donde nos sirven algo de beber mientras esperamos a los demás. Mi hermano sube nuestros bolsos y nuestras chaquetas a su habitación para que estemos más cómodos.

Mi tía Elena y mis primos todavía siguen flipando. Una cosa es ver las escenas de un especialista en la película y otra muy diferente presenciarlas en vivo y en directo. Pobrecita, mi tía, cuando ha visto que mi hermano chocaba con los otros dos vehículos. Estoy convencida de que el susto que se ha dado le va a durar mucho tiempo.

Poco a poco la gente que trabaja en la película va llegando. Todos bajan de sus habitaciones duchaditos, aseados, y desde donde estoy veo que, en vez de entrar en el salón, Jisung se marcha del hotel.

Instantes después diviso a Hanbin y sonrío feliz.

Eres el mejor..., capullín —digo abrazándolo.

Mi hermano asiente; sabe que hoy él y su equipo han hecho un buen trabajo. A continuación abraza a mi tía y le asegura:

Estoy bien, te lo prometo.

La pobre mujer afirma con la cabeza. Dice que menuda cruz tiene mi madre con las profesiones de sus hijos, y repite que si mamá hubiera visto lo que ha hecho hoy Hanbin lo habría matado. Nosotros nos reímos, no podemos hacer otra cosa.

Estoy divirtiéndome con ellos cuando veo aparecer a Jiwoong.

Joder..., joder..., joder... ¡qué guapo está vestido de gris!

Me acaloro. Me revoluciono como el motor de mi caza cuando voy a despegar, e inspiro y espiro como suelo hacer en esos momentos. Juro que la adrenalina que noto al ver a Jiwoong es la misma que siento cuando voy a volar, y me acelero. Joder, cómo me acelero. Y ya no hablemos de los jodidos misiles de mi estómago...

Mientras lo observo soy consciente de que él mira alrededor de la sala, hasta que sus ojos reparan en mí. Algo me dice que me buscaba, y a mí eso me excita al tiempo que me entran los siete males.

Joder..., no quiero que jueguen conmigo. ¿Por qué tuve que decirle que me gustaba?

Estoy pensando en ello cuando Hanbin, dándome un toque con el dedo en el hombro, pregunta:

-¿Y bien? ¿Tienes algo que contarme?

Según lo oigo me pongo en alerta. ¿A qué se referirá?

No quiero que él sepa que el bomboncito de su jefe y yo tuvimos un rollito.

-¿Y bien, qué? —pregunto.

Hanbin sonríe y se acerca a mi oído.

¿Has vuelto a pensar en lo de ser instructor?

Ah, vale, ¡era eso!

Si hay que perder el miedo a algo, que sea al miedo. MATTWOONG Donde viven las historias. Descúbrelo ahora