𝟭. ¿𝙍𝙤𝙢𝙖𝙣𝙘𝙚 𝙖𝙙𝙤𝙡𝙚𝙨𝙘𝙚𝙣𝙩𝙚 𝙤 𝙧𝙤𝙢𝙖𝙣𝙘𝙚 𝙙𝙚 𝙖𝙨𝙞𝙡𝙤?

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Hay gente que es salada para el amor

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Hay gente que es salada para el amor. Y después está Seungmin.

Es que pobre hombre, aparte de que probablemente una vaca lo haya miado de carajito, parece ser que cupido les lanzaba las flechas a sus amantes con los pies, porque me dirás tú, que puntería tan del orto, o será que Seungmin en otra vida quedó debiendo una plata y reencarnó para ajustar esas cuentas de años atrás.

No se sabe, lo único que sí, es que el niño de verdad que tenía los ojos de adorno, porque se fijaba en una gente... que bueno, mucho que desear si andan dejando.

Pero a ver, no es algo reciente a lo que me refiero. Parece una maldición de nacimiento, como esas de aquellas películas de terror de mala calidad que se reúne a ver con Félix, su compinche de vida y media.

Todo empezó cuando tenía la corta edad de cinco años, quien lo viera pues, a esa edad ya estaba pendiente de pelar el diente en vez de no sé, comer tierra. Seungmin estaba en segundo nivel de preescolar, era más cachetes que persona y había tenido que repetir el nivel porque lo reprobaron en Manejo de Tijeras II.

En ese entonces, le llamaba la atención una niña llamada Lucía, era un año más pequeña, blanquita, ojos color miel y siempre tenía el cabello castaño en dos colitas que no duraban nada, porque esa carajita era más brincona que grillo con hipo. A ella también parecía gustarle Seungmin, o eso pensaba el niño porque según sus argumentos convincentes, un día común de clases, le prestó la plastilina para jugar.

Y Seungmin quedó encantado, para todos sus adentros todo estaba saliendo bien, o bueno... casi bien.

—Eh... Seungmin —el mencionado ni estaba parando bolas, estaba en una nube de colores brillantes mientras veía corazoncitos imaginarios alrededor de Lucía, que estaba en frente de él, mirando hacia un costado con un gesto extrañado—. Tu amigo se está comiendo mi plastilina.

Seungmin reaccionó, mirando a un costado por encima de su hombro. Félix estaba mascando esa plastilina como si fuera la vaina más sabrosa del mundo.

—E-eh... —se giró, echándose una risilla incómoda. A su costado, le metió un coñazo a Félix por el lomo, haciendo que escupiera la plastilina—. Es que... ¡es normal, sabe riquísima! ¿A quién no le gusta la plastilina? —por seguirle la tremenda bobada a su amigo, agarró esa masilla amarillo fosforescente con rastros de tierra, sudor de manos, un cabello y las babas de Félix y le achantó un mordisco, definitivamente los nervios le volvían un estúpido con patas—.¡Mmhh, buenísimo!

Aquella incomodidad se hubiera prolongado por más de lo innecesario, de no ser porque la auxiliar de la maestra pegó un grito cuando vio las jetas de esos carajitos, rellenas de ese pegoste amarillo.

Ese día, ambos terminaron en el hospital bajo tratamiento de desintoxicación para eliminar dudas. Y a Seungmin aquella niña jamás le volvió a hablar, si más bien gracias a ella los conocieron a Félix y a él como "Los comeplastilina" y cada vez que entraban a un salón, todo el mundo ocultaba su plastilina con pánico de aquella dupla.

¿𝐕𝐈𝐄𝐉𝐎 𝐘𝐎? ;; 𝖼𝗁𝖺𝗇𝗆𝗂𝗇.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora