Capítulo N° 7

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Tito, el tío de Guille, les había prestado el auto para que Pablo y él pudieran practicar, bajo su intensa y seria mirada. Guille manejaba mucho mejor que Pablo debido a que había practicado junto con Leo, quien fue tan amable de enseñarle y guiarlo en sus prácticas.

Pablo solo apretó los labios al oír cada halago de su padre hacia Guille. Amaba a su primo, era su mejor amigo y su hermano, pero a veces sentía que nunca podría alcanzarlo. Guille era más inteligente, más amable, más atractivo, más alto, más querido por sus padres y hermana, y también mucho mejor manejando.

Nunca le dijo nada a su querido primo porque no quería hacerlo sentir mal, pues sabía que el problema era él y sus inseguridades que toleraba en silencio.

—Seguí practicando así, Guille, y pronto te voy a llevar a sacar la licencia —dijo Tito con una sonrisa al darle una palmada en la espalda.

—¿No tiene que tener dieciocho? —bufó Pablo.

—No, hijo, la ley estipula que con diecisiete años y permiso de los tutores ya se puede sacar la licencia —explicó y giró para ver a Pablo en el asiento trasero—. Tenemos que reforzar el estacionar, hijo, y una vez lo logres podemos ir.

—Odio estacionar...

—Anita puede ayudarte cuando no estoy, es una experta —dijo Tito y comenzó a reírse—. Y obvio, tuvo el mejor maestro.

Guille no dijo nada, solo asentía cortésmente a las palabras de su tío. Sabía que su habilidad para el manejo era debido a su miedo de tener un accidente, era cauteloso pero seguro al manejar, pues no quería cometer errores. Su primo, por el contrario, era impulsivo y eso lo hacía alterarse al volante.

Estacionó el auto con cuidado en la entrada de la casa y bajaron con las felicitaciones de Tito. Se sorprendieron al ver a una chica sentada en la vereda de la casa, de cabello verde neón y jeans desgarrados.

—¡Guille, te estaba esperando! —dijo Claudia con una sonrisa y se puso de pie.

—Uy, el primis tiene novia —bromeó Pablo al darle un codazo—. Está rarita pero simpática.

—Es mi amiga —se rió Guille al darle un empujón.

—Invitala a pasar, Guille, hace frío afuera —dijo Tito antes de entrar en la casa.

Guille saludó con un beso en la mejilla a su amiga, pero Clap lo abrazó del cuello con cariño. Era una chica muy cariñosa que demostraba su afecto con abrazos y regalos, y al igual que siempre le extendió un paquetito envuelto.

—Clap, no es necesario que me des regalos —dijo Guille con un suspiro.

—Me gusta hacer regalos, además para algo trabajo, ¿no? —dijo con una risita y se balanceó sobre los pies con entusiasmo—. Miralo, es un llavero de guitarra, yo tengo uno parecido pero es eléctrica, ¿ves?

Le enseñó su llavero, era una guitarra eléctrica hecha en madera y pintada a mano en color rojo. Guille abrió el pequeño paquetito y se encontró con una guitarra criolla pintada en café, era delicada y muy bonita. Sonrió con alegría mientras la colocaba en sus llaves en el momento. Era como estar siempre junto al otro de esa manera, le pareció bonito.

—¿Querés pasar? Podemos tomar unos mates.

—Uf, re estaría, hace un fresquete que me vuela la tanga —dijo con un espasmo por el frío.

Guille se rió y abrió la puerta para permitirle entrar. Era la primera vez que Clap entraba en la casa así que miró todo con atención. La sala de estar era grande y estaba conectada a la cocina y comedor. Grandes sillones se lucían allí, cuadros familiares se veían en las paredes, y en la mesa se encontraban los tíos de Guille tomando mate.

Como el cristal [ Muñequita #0 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora