Seungmin definitivamente era la perfecta descripción gráfica de la frase: "Salado para el amor, dulce para los zancudos".
Desde que tiene consciencia, suceso tras suceso no ha demarcado más que una suerte absurda y pésima para cosas del amor. Sin...
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Christopher estaba en un horizonte, de esos que parecen sin fin, la brisa soplaba y le despeinaba los cabellos, estaba montado en su caballo blanco, con una vestimenta similar a la de nuestro Libertador, Simón Bolívar. Estaba era activo, esperando que le dieran la señal para darle guaya y recuperar ese bendito Esequibo de una vez.
Y en eso, sintió la presencia de dos sujetos, que se situaron cada uno a un costado, en sus respectivos caballos. A su izquierda, estaba el mismísimo Comandante supremo, eterno e intergaláctico: Chávez; con la típica camisa roja, un bate y un paquete de leche de mercal sobre la cabeza. Y a su izquierda, estaba nada más y nada menos que Marcos Pérez Jiménez.
—Bueno, ¿qué hacemos ahora? —se preguntó Chávez, rascándose la barbilla.
Pérez Jiménez a su lado, lo miró de reojo, mascando chicle.
—¿Qué hacemos? ¡¿Ves cómo estamos pagando los platos rotos de las mamagüevadas que decías en cadena nacional, carne adentro?! —espetó en absoluta molestia, lanzándole un mango que le pegó en toda la cabeza, pero extrañamente no le tumbó el paquete de leche—. ¿Quién coño e' su madre te mandó a regalar ese pedazo e' tierra? ¡Cómo que si fuera tuyo y tal!
—Pero papi, no te arreches vale, ¡Exprópiese! —los otros dos lo miraron extrañados, por el comentario fuera de órbita—. Perdón por la palabra, es que es un tic nervioso —volvió a retorcerse como siete cueros cuando le echas sal—¡Yankis de mierda! ¿Ven? Y coño, Jiménez, claro que era mío, lo agarré por usucapión.
El otro hombre se iba a ir de panza de aquel caballo, incrédulo.
—¡¿Cuál usucapión de mierda, gata bajo la lluvia?! ¿Eres así de estúpido o te haces? ¡Eso no funciona así, además, ¿dónde está el papel que dice que esa vaina era tuya, inteligente asintomático?!
Chris estaba era escuchando la conversación mientras se zampaba el mango. De repente le aparecieron unos papeles en la mano.
—¡Ahí están, los tiene Chris! —y le volvió a dar el tic—. ¡Si el diablo se pone cómico!
—Pues papito, déjeme de digo una vaina —Christopher estaba leyendo los papeles en cuestión, con la trompita arrugada y empatucá' de manguito—. En estos papeles lo único que dice, es que eres un tracalero; te mamaste los riales de la ferrovía de Maracay. Y de paso, que le cambiaste el Esequibo al presidente de Guyana por la fórmula secreta de la Nutrichicha, bebida que se prepararía años después.
—¡¿Qué vainejesa de kike Nutrichicha?! —reclamó el panzón de metro y medio—.¡En mi gobierno esta vaina no hubiera pasado!
—¡Al menos yo no torturaba presos!
—¡Al menos yo no conduje al país a los inicios de una crisis económica!