El duelo | Parte 4 (T1 E13)

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Magoto, ante el descubrimiento que acababa de hacer, se puso en posición de ataque. No se dejaría intimidar con facilidad, y mucho menos por un traje, un moco negro.

El Hombre Araña, que no era hombre del todo, se encontraba cojeando hacia su dirección y lo hacía de una forma amenazante que podía intimidar a cualquiera.

Los ojos de la "máscara" se entrecerraron lanzándole una mirada de muy pocos amigos al Jefe, pero eso no fue todo...

En su rostro que simulaba una versión oscura de la máscara del Hombre Araña se formó una enorme boca con dientes afilados, dientes que parecían pequeñas cuchillas que helaban con solo verlas. Su lengua, muy larga y puntiaguda, de ella salía baba que caía al suelo lo suficiente para asquear a alguien.

Sus dedos tomaron la forma de garras y el Hombre Araña abrió demasiado su boca y emitió un enorme rugido. Eso no era humano.

El Jefe, al ver esto, trató de seguir en su posición de ataque y su actitud no intimidada pero cada vez más se le hacía difícil.

Tras emitir su fuerte rugido, el Hombre Araña cerró la boca para luego mostrar una enorme sonrisa y hablar.

-Me temo que hoy llegó tu hora, ve preparándote que esto... se pondrá... bueno...- su voz era muy grave y monstruosa, todo lo contrario a la voz aguda y amigable del vecino el Hombre Araña.

Magoto, quien iba a poner una cara de asustado, se mordió la boca para cambiar rápidamente su rostro a uno enfurecido.

-Tú no eres el Hombre Araña- el Jefe ya estaba muy convencido- Eres el alienígena, moco negro de #$?!*&-.

-Te recomendaría cuidar esa boca sucia- dijo el ente negro de forma neutra- Y pensar que con ella besas a tu madre-.

-Cierra la boca...- se limitó a decir el Jefe- Ahora te enfrentarás a alguien a tu altura-.

El Jefe no necesitó cambiar de forma, simplemente hizo lo mismo que el ente negro, es decir, sacar boca, lengua y garras.

El ente, al ver esto, aumentó su altura a la de un adulto y aumentó el tamaño sus músculos... tenía el cuerpo de un samurai.

El Jefe hizo lo mismo y luego rugió como lo había hecho el ente antes.

-¡Venom! ¡¿No es ese tu nombre?!- gritó el Jefe.

-Prefiero más el nombre "Simbi"- dijo el ente.

-¡¿Quieres pelea?!-.

-Bueno, preferiría la erradicación del crimen... pero eso implica pelea, así que sí, quiero pelea- sonrió con su enorme boca- Probaremos que tan bien pudiste tomar mi forma viendo la resistencia de tu columna vertebral- añadió- Sería divertido de ver-.

-¡Eres un maldito sadista!-.

-No, no, no, sadista no... solo espectador del dolor- al parecer, tras unirse a Nobita, Simbi había estado imitando poco a poco la personalidad bromista del Hombre Araña hasta hacerla parte de su propio ser, eso era una de las características del simbionte, y la razón por la que obtuvo una personalidad no muy agradable, ya que su primer huésped tenía un corazón negro. Podríamos decir que Simbi se había ablandado un poco tras unirse a Nobita ya que antes solía ser más salvaje y más cruel. Salvaje ya no lo es tanto, cruel... lo es menos, pero eso no quita el hecho de que aún lo es.

El Jefe se abalanzó contra Simbi, pero la criatura alienígena lo esquivó rodando y le lanzó una patada que Magoto esquivó por los pelos.

Tras esto, Simbi puso mala cara mostrando los dientes y luego lanzó su telaraña negra a un poste de luz. El ente jaló con fuerza la telaraña hasta sacar al poste de luz para lanzárselo al Jefe, quien rompió su racha de esquivadas tras ser aplastado por el poste.

-Y como dicen muchos, la tercera es la vencida- dijo Simbi en alución a las 2 veces anteriores en las que lo atacó lanzándole sus telarañas.

-¿Y quién te ha dicho que ya venciste?- Magoto tuvo el valor de seguir hablando mientras se quitaba el poste de encima y se recuperaba por su factor curativo adquirido por la forma que tenía- Además, el mocoso tiene mejor puntería que tú- y razón no le faltaba.

Debido a esto último, Simbi se molestó y de su mano salió una katana samurai negra. Era evidente que la espada era parte de su cuerpo.

Simbi empezó a realizar maniobras con la katana como si fuera un auténtico guerrero samurai (pues claro, si su primer huésped fue uno). Sin embargo, el Jefe no estaba muy sorprendido, ya que algunas personas que estaban metidas en la misma mafia que él tenían clanes donde enseñaban técnicas de combate con katanas, y ya los había visto en acción. Además, durante un tiempo tuvo un escuadrón dedicado al maneja de dichas espadas.

Lo que si hizo que le abriesen un poco los ojos era ver a un alienígena simbionte haciéndolo. Era algo que nunca se había imaginado en toda su vida y ahora lo estaba viendo frente a sus ojos.

Luego de los movimientos con la espada, Simbi corrió hacia su copia y realizó un ataque de arriba hacia abajo que Magoto esquivó retrocediendo mientras se inclinaba hacia atrás.

Lo que si le dolió fue el ataque horizontal que realizó Simbi al ver que Magoto había decidido retroceder. El Jefe sintió como la katana le atravesaba el cuerpo que había copiado, no solo me refiero al simbionte, sino al cuerpo humano que estaba dentro.

Ardía mucho, un dolor que iba aumentando con el pasar de los segundos, pero para su fortuna tenía algo llamado "factor curativo" que lo iba regenerando una vez se sacó la katana de su pecho.

Simbi decidió realizar más ataques con su katana, pero Magoto, al descubrir que podía simular armas con su simbiótico cuerpo, decidió que su mano tome la forma de un arma de fuego y disparó una ráfaga de balas oscuras en dirección a Simbi. Este último iba evitando recibir cada una de las balas haciéndolas rebotar con su katana. Para eso, tuvo que hacer maniobras rápidas con el arma. Eso era muy díficil para un humano, pero para un alienígena simbionte que había tenido como huéspedes a un auténtico samurai y a un superhéroe con las habilidades de una araña de las cuales se incluye el sentido arácnido, se le hacía muy fácil.

Pero el talón de Aquiles de Simbi era su soberbia. Era tan confiado y fue gracias a eso que una de las balas disparadas por Magoto no impactó contra su katana, sino contra su pecho...

Nobita es el Impresionante Hombre Araña | Spider-Man Donde viven las historias. Descúbrelo ahora