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Luchó contra un fuerte dolor de migraña que atravesó de forma poco habitual hasta la parte inferior de su nuca, no estaba del todo consiente pero el dolor era latente. Un movimiento brusco a su lado lo inquietó al punto de obligarlo a abrir los ojos lentamente, el dolor se intensificó, sin embargo era tolerable.

Una mujer desnuda y usando lencería con encaje, que conocía muy bien, le observaba con una sonrisa muy tenue. LuHan se impresionó con la imagen ya que en cuanto la vio, la imágen de SeHun vino a su mente. Alterado se sentó percatándose de que no llevaba nada encima, las sábanas cubrían su desnudes y fue en ese instante en que el pánico se apoderó de todo su ser.

El pensamiento de haber follado vino veloz, pero se fue tan rápido como recordó la violencia que vivió, había sido golpeado al punto de hacerlo sangrar y caer. Después de la caída no supo más, Han no daba crédito a la situación.

— Te has vuelto loca, estás loca.

Gruñó a su dirección con rabia y ella en lugar de ofenderse se sentó también para sonreír orgullosa.

— Estoy loca por ti mi amor.

— ¡No! Escuchate, esto se está volviendo enfermizo.

— No soy la que está con un maldito homosexual, el enfermo eres tú y yo solo te estoy curando. — Reclamó ofendida.

Han no iba a discutir aquello, no con una mujer que había rebasado todos los límites sin medir consecuencias o mirar a sus propios valores. Han apretó los dientes y la miró con decepción.

— Te amaba, ahora te desconozco.

— Soy yo amor, soy tu esposa... — Intentó acercarse pero se lo impidió repudiando el tacto.

— Dime que no me tocaste con tus sucias manos.

Ella parecía mirarlo sin creerse todo lo que decía, el color en su rostro la abandonó y quizás hasta una mueca de tristeza reflejó. Quizás, con esperanza creyó que estaba recapacitando, pensando en que sus actos eran vandálicos y poco éticos. La esperanza lo abandonó cuando lloró y gritó furiosa.

— ¡Yo te di todo! ¡Por qué me dejas! ¡Por qué! AAAAAAAH.

LuHan se asustó un poco por el volumen que utilizó, se puso de pie y mostrando su desnudes buscó toda su ropa para largarse ya mismo de ese horrible lugar al que no volvería a menos de que llevara a su maldito abogado. Al llegar al departamento y de pie frente al edificio pensó en SeHun, en todas las llamadas perdidas que tenía marcadas en su teléfono, ¿Cómo le explicaría? La lluvia lo empapó y a pesar de estar en ese estado, su interior estaba viviendo un tormento más grande como para quejarse.

El dolor no se había ido pero por más lastimado que se sintiera, físicamente se veía bien ya que su aún esposa se había encargado de curarlo y limpiarlo mientras se encontraba inconsciente. Llegar al departamento no fue como esperó que sería, SeHun por supuesto parecía haberlo estado esperando en el sofá y eso le dió pesar, lo había preocupado mucho. La mirada de SeHun demostró que efectivamente nada estaba bien y por eso intentó detenerlo para hablar.

En vano. El cerró la puerta del baño en su cara pero sin embargo, no desistió.

— SeHun, escúchame. Solo escúchame, te contaré todo lo que sucedió.

— No quiero los sucios detalles, ahórratelo. De cualquier manera tú esposa si me respondió la llamada para confirmarme que se han entendido bien en la cama.

— ¡Eso no fue así! — Gritó desesperado.

— ¿Y cómo fue? ¿El mejor sexo de tu vida? Te veías exhausto en esa cama, te ví Han.

ᴇᴛᴇʀɴᴀʟ ᴍᴀssᴀɢᴇ [ HᴜɴHᴀɴ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora