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Cuando al fin abrió sus ojos no supo en donde se encontraba, al parecer era una habitación de hospital, aunque demasiado silenciosa para ser pública, tal vez una privada. La puerta se abrió y junto al doctor también venía su padre.

— Señor Agreste ha despertado.— el doctor pidió a las enfermeras y se acercó a ver la cartilla.— ¿Como se encuentra? Supongo que tiene dolor de cabeza, es normal después del impacto.

— ¿Impactó? — colocó su mano sobre la cabeza y sintió aquel dolor que había mencionado el señor.

El doctor miró angustiado a su padre, el cual se mantenía en un rincón de la habitación.

— Discúlpeme pero podría decirme que es lo que recuerda, si sería tan amable.— tomó un bolígrafo.

— Yo.— se detuvo mientras intentaba recordar algo.— Recuerdo estar estudiando en casa como siempre, no lo sé, tuve la tarde en la mansión y es todo.

Después de eso el doctor salió, no duró mucho en la sala de aquel hospital, ese mismo día salió junto con su padre, como siempre el camino fue silencioso, nunca hubo alguna palabra entre él o su padre, todo el camino miro por la ventana suponía que era invierno por el clima en el interior.

— ¿Tienes mi celular? — rompió el silencio pero solo obtuvo una mirada molesta y continuó el camino sin volver a decir algo.

Cuando llegaron a la mansión entraron y había algo diferente en el ambiente, camino hasta quedar dentro del comedor donde la figura de una joven mujer estaba ahí acompañándolo.

— ¿Mamá? — su cabeza comenzó a doler, ella solo sonrió y corrió a abrazarlo.— Hola mamá.

— Te extrañe.— besó su cabeza y podía sentir su respiración entrecortada.— Todo está bien ahora.— sobre su hombro pudo ubicar a su padre el cual no parecía muy feliz pero estaba menos tenso.

(...)

— Cuidado hermano, el doctor dijo que te costará caminar un poco.— la hermana lo sujetaba del brazo, mientras caminaban dentro de su casa, no había terminado de captar lo que el doctor les había explicado, realmente dudaba qué tal impacto borrara su memoria pero solo un par de sucesos.

— Debes descansar cariño, cuando te sientas mejor hablaremos de esto.— su familia le permitió dormir aún si era mediodía.

Mael no tenía sueño o estaba cansado, se levanto de su cama y recorrió su habitación, la cual estaba justo como la había dejado, pero aún así había algo que lo tenía inconforme, era la sensación de que estaba olvidando cosas importantes. Mientras caminaba por esa pequeña habitación se detuvo frente al escritorio el cual estaba rodeado por recuerdos, reconocía a todos los que aparecían ahí menos a uno, el chico rubio que se encontraba en más fotos a su lado, sonriendo y abrazándolo. Cerró los ojos y tocó su cabeza al sentir un fuerte dolor punzante ahí arriba, tuvo que esperarse un momento antes de regresar a su cama.

— ¿Mael tienes hambre?... debes estar en la cama descansando.— lo miro molesto y lo recostó tapando todo su cuerpo.— Idiota, tomate más enserio esto, me asustaste de verdad.— su hermana lo tomo de la mano acariciando con afecto.— Pudimos haberte perdido.

— ¿Cuando me contaran lo que sucedió? — frunció su rostro ante la represalia de todos negándole más información de la dadá.— Tengo este enorme golpe en la cabeza y lo único que dicen es que tuve un "accidente", necesito más que eso para sentirme conforme.— se detuvo un poco a pensar.— ¿Quien es ese chico? — apuntó hacia la pizarra donde se hallaban las fotografías, el lindo rostro de su hermana giro y mostrando la preocupación de aquella información.— No me lo dirás ¿eh? — suspiró y se dio la vuelta para no darle la cara.— Sal de aquí, quiero descansar.

Nuestra promesa |Adriel| BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora