Inefable Libro uno (concluida)

Epilogo.

Salí de cambiarme el vestido porque el que utilicé para la ceremonia he de decir que muy cómodo no era.

Busqué a Flynn con los ojos, pero no lo encontré, Jake desde la pista de baile me señaló con la cabeza la playa que teníamos al lado y supe enseguida que él estaba allí.

Fui lo más rápido que pude y en la orilla lo vi con los pies en el agua y la chaqueta de su traje tirada en la arena, tenía las mangas de la camisa remangadas al igual que el dobladillo de sus pantalones y el pelo le volaba con el viento.

Estaba tranquilo observando la puesta de sol y aunque solo lo viese de espaldas se veía increíblemente perfecto.

Entonces se dio la vuelta y al verme me dedicó una de esas infinitas sonrisas que me enamoraban tanto, me quité los tacones y fui corriendo hacia él, tirándome a sus brazos mientras reíamos.

—¿Tanto me has echado de menos?

—Pues he de admitir que sí.

—Ahora ya no podrás librarte de mí, hasta que la muerte nos separé.

Sonreí

—Me parece que podré vivir con ello, solo si tú prometes estar conmigo en todo lo que nos depare la vida.

—Prometo estar contigo en tus peores momentos y en los que tú me permitas, mi preciosa esposa.

Me miró por un largo rato, de una manera única, de una manera que solo él sabía.

—¿Te acuerdas que me dijiste que buscase mi propia felicidad?

Pensé unos segundos y acabé asintiendo, tenía aquel recuerdo proyectado en mi mente.

—Ya la he encontrado.

—¿A si?

—Resulta que estaba delante de mi todo el tiempo y hasta hace unas horas le estaba prometiendo estar a su lado en lo bueno y en lo malo...

—En la salud y en la enfermedad y en la riqueza y en la pobreza.

—Exacto, prometiéndole que la amaba incondicionalmente y que todo lo que sentía por ella era indescriptible.

Sonreí y le besé, besé al hombre que me dio las ganas de vivir y al que me enseñó que no tenía que temerle al miedo, por que nací para que el miedo me temiera a mí.

—Te amo ¿Lo sabías?

—Yo más ¿Lo sabías?

Me solté de su agarré de mientras me agarraba la falda de mi vestido.

—Entonces, atrápame, Baker.

Y eché a correr, él me siguió como siempre hacía y no me importaba estar estropeando mi vestido con el agua, ni estar llenándonos de arena la ropa, porque escuchar como nuestras risas se entrelazaban me hacía sentirme segura, solo me importaba tenerle cerca, por siempre, hasta que algún día nos volviésemos a ver al final del embarcadero.

Nos alejamos de la playa agarrados de la mano y antes de volver a entrar en nuestra fiesta nos miramos.

—To die by your side.

Dijo con una gran sonrisa y yo solo pude contagiarme de ella.

—Is such a heavenly way to die.

Me besó la mano y volvimos a entrar para acabar de pasar la noche con nuestros amigos y familiares.

Y así terminaba nuestra historia de amor, pero no penséis que para nosotros termina aquí, seguimos llamándonos chico y chica misterioso o misteriosa, seguimos escuchando esa canción que nos conectó desde el principio, seguimos siendo nosotros mismos y haciendo que el miedo nos temiera.

Porque no nacimos para vivir encerrados, nacimos para ser escuchados, Flynn y yo fuimos una de las millones de víctimas que la tristeza atrapo, pero también fuimos una de las millones que la alegría volvió a alcanzar.

¿Quién me iba a decir a mí que unos guantes de lana, un muñeco de nieve, un puente y un bolígrafo me llevarían a conocer al amor de mi vida?

FIN.

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