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— SeHun, escúchame. Solo escúchame, te contaré todo lo que sucedió.

Rápidamente se aferró al lavamanos perdiendo las fuerzas con lágrimas empañando su visión, ver a Han entrar lo había impresionado bastante y como lo dedujo, no logró sostenerle la mirada. Verlo le recordaba a un Han durmiendo al lado de esa horrible mujer, un Han exhausto por el sexo, por el sexo con otra persona que no era él.

— No quiero los sucios detalles, ahórratelo. De cualquier manera tú esposa si me respondió la llamada para confirmarme que se han entendido bien en la cama.

— ¡Eso no fue así!

— ¿Y cómo fue? ¿El mejor sexo de tu vida? Te veías exhausto en esa cama, te ví Han.

Cerró los ojos para dejar de pensar en ese hombre que lo estaba enloqueciendo de celos, se sentía un estúpido niño berrinchudo que quería para él solo el cuerpo y alma de una persona. No era algo que controlara, le era imposible frenar todos esos sentimientos desbordantes que lo hacían actuar imprudentemente. Después de conocer a Han razonar no era una cosa que lograra hacer, su cabeza y su corazón iban en diferentes direcciones. Han respondió con silencio y simplemente dejó de medir el tiempo, no sabía cuánto tiempo llevaba ahí.

Cuando salió del baño después de limpiar todo rastro de llanto no vió por ningún lado a Han, tuvo que buscar en la habitación pero ni ahí estaba. Un escalofrío recorrió toda su espalda, pero aun quedaba un sitio que revisar para confirmar sus sospechas. En el armario que compartían todas las cosas de Han desaparecieron, dejándolo en shock.

Ese hombre lo dejó por su esposa, lo dejó como toda persona que lo conocía. Estaba apunto de volver a llorar como niño desolado hasta que escuchó el sonido de una fuerte tormenta rugiendo fuerte y la verdad es que a pesar de los actos fríos del chico se preocupó por él y corrió hacia afuera pero por más que salió del edificio, no estaba ahí. Al volver al departamento solo se quitó la ropa mojada para luego envolverse en sábanas y llorar hasta quedarse dormido. La soledad era su fuerte, sin embargo luego de vivir un par de días con Han había logrado hacerlo cambiar de opinión y más que nunca extrañaba tenerlo bajo su cuerpo.

La sonrisa del chico y sus bonitos ojos lo atormentaron entre sueños hasta el amanecer, hasta que despertó de su hermosa fantasía para darle paso a su cruel realidad. SeHun no volvió a Oasis ya que Zitao lo había despedido para evitarle problemas a su negocio, así que se quedó en cama, con el corazón roto por el recuerdo de ese hermoso hombre.

El sonido de la puerta lo inquietó pues el único con llaves era Han. La ilusión de ver a Han volviendo solo para rogarle que lo perdone lo hizo tener un poco de esperanza pero no fue así, en cambio Baekhyun le arrebató las cobijas bruscamente dejándolo expuesto.

— Levántate, vamos ¡SeHun!

Era como una patada en el culo y la verdad es que no estaba de humor para ser amable con nadie, aún si estimaba a Baekhyun, la herida de Han lo tenía agonizando.

— ¿Qué quieres? Hoy no tengo ganas de nada, déjame solo.

— Puedes llorar y morir otro día. Hoy vienes conmigo.

Lo tomó del brazo con firmeza y lo obligó a levantarse aún a pesar de las quejas de SeHun. Se puso solo unos pantalones y su cabello era un desastre, sin embargo se dejó guiar hasta el departamento de su amigo. Al llegar Baek lo soltó para dar un tour por todo su departamento como si buscara algo. SeHun en cambio se estaba hartando, estaba a nada de irse del lugar para seguir hundiéndose en la miseria.

— ¡Mierda! — Gritó Baekhyun mientras salía de la cocina. — Se fue.

— ¿Se fue quién? — La expresión harta de SeHun ocasionó en el bajito un suspiro.

ᴇᴛᴇʀɴᴀʟ ᴍᴀssᴀɢᴇ [ HᴜɴHᴀɴ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora