Por la tarde utilicé el rizador de mi madre, el perfume de mi padre, la falda de mi hermana y tomé todos los lapiceros del escritorio de mi hermano. Arranque tantas páginas como pude y me largué de ahí. El vago recuerdo de una familia feliz, aún me acompaña. Y me hace feliz.
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Cartas que no son cartas, para nadie.
PoezjaA veces escribo cartas; pero nunca sé a quién.