Trágicas despedidas

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—!Betty! !Betty!— Mi madre gritaba desde el salón— ¡Baja ya a desayunar, o llegarás tarde en tu primer día de clases!

Suspiré, se me había olvidado por completo, hoy empezaba un nuevo curso, pero la verdad, yo solo quería quedarme abrigada en mi cama mientras leía o veía películas. Lo del nuevo curso no me entusiasmaba tanto, ya conocía a mis compañeros, a mis profesores... lo conocía todo.

—Ya voy mamá— dije mientras salía de mi cama. Me puse mis zapatillas de casa y bajé las escaleras hasta el salón. Allí estaba mi madre esperándome para, como todos los años, recordarme lo mayor que estaba, y lo muy orgullosa que estaba de mí. Entiendo lo orgullosa que se puede sentir una madre al ver que su hija pasa de curso, pero este año era especial, y me esperaba algo más, ya que era mi ultimo año de carrera,
me iría en unos días al extranjero para terminar lo que me queda de estudios y empezar allí mi nueva vida.

Pero no fue así, ella solo se acercó a mi y me puso una mano en la mejilla.

-Betty, cariño, ya se que te vas dentro de poco y que estás cansada, pero alegra esa cara, ¡Tu hermana acaba de encontrar trabajo en una peluquería! Sabes lo importante que es para ella y lo mucho que le gusta.- Dijo mi madre.

Oh, como siempre pensando en mi hermana, que raro... Y yo? Yo me voy a ir muy lejos de casa, voy a terminar mi carrera, ¡Y además en otro país!
Pero claro, mi hermana siempre va antes que yo para todo el mundo, todos me comparan con ella, dicen que tengo que ser como ella, aunque no haga nada, no estudie, no se esfuerce en nada y solo busca trabajo cuando se queda sin dinero o se aburre, pero eso da igual, yo siempre estaré detras de ella solo porque, según ellos, ella es mas guapa, más sociable y más divertida, pero la parte importante siempre la dejan de lado y la cambian por la estética.

En ese momento estallé.

-¿Y yo? Mamá, voy a empezar un nuevo curso en otra ciudad, bueno, más que eso, ¡EN OTRO CONTINENTE!
Sabes lo importante que es para mí y te centras en que mi hermana ha conseguido un trabajo de peluquera, que, ¿A caso te ha enseñado el contrato? ¿Como sabes que es verdad y no te está mintiendo como todas las veces anteriores?

Mi madre suspiró y me miró como si estuviera exagerando, ¿era esa la clase de persona que era? ¿Solo le importaban las apariencias? No me lo puedo creer... Me quiero ir de aquí, irme y olvidarme de todos ellos, de mi hermana la "perfecta", de mi madre a la que solo le importa si eres bonita o no, y de mi padre, que estaba en una esquina, con un café en la mano, observando la escena y sin decir nada, nunca hacia nada, NADA. Siempre me daba la razón a mi madre por miedo a que ella se enfadara, y no le importa lo que yo sintiera, en absoluto.

Y eso hice, me fui, cogí mi mochila y me fui.

Caminaba rumbo a la escuela, era mi ultimo día allí antes de irme a estudiar al extranjero, me dolería, y lo sabía muy bien, pero el impulso de irme de aquí me podía, el de irme de esa casa, el de terminar la carrera, el de en contrar una trabajo y una casa decente y empezar desde cero.

Salía de la universidad con ramos de flores en las manos y cartas de despedida, es posible que no fuera la persona que más amigos tuviera, pero todos me fueron a despedir, llorando y diciendo que no me fuera y que me quedara con ellos. Solo los ignoré, sabía que dolería si fuese una despedida más sentimental.

Me puse los auriculares y puse en play mi playlist de Lana del Rey para olvidarme de todo.

Camino a casa me encontré a un par de compañeros, nada nuevo, me decían adiós y me deseaban suerte para luego irse y seguramente nunca más acordarse de mí.

Llegué a casa, pero no saludé a nadie, subí a mi habitación dando un portazo, a pesar de que hubiese sido por la mañana la pequeña discusión con mi madre, todavía no podía creer lo que me había dicho unas horas atrás. Dudaba que mi madre me hubiese visto entrar, y si lo hizo, me ignoró por completo, lo cual no me extrañaba, ella siempre hacía lo mismo, me ignoraba hasta que veía el momento oportuno para echarme en cara que soy muy exagerada y que es ella la que de verdad sufre.

Escuché el ruido de la puerta de mi habitación y rápidamente me giré, esperando encontrar a mi madre, pero, era todo lo contrario, mi padre. Le dirigí una mirada algo molesta, pero no le impedí entrar a mi habitación.

—Betty... Escucha... Se que no he sido el mejor padre de todos, pero al menos lo intento, ¿Sabes? No deberías hablarle a si a tu madre, ella se siente mal y...— Lo interrumpí

—¿Y yo, papá? ¿Alguna vez te has parado a pensar en como me siento yo? No, claro que no, solo te quedas mirando en una esquina como me hechan la culpa de sus problemas y como me hacen parecer inferior a ellas. ¿Sabes que pasa cuando le dices a una hija que es inferior a ti, que no es nada agradecida, que egoísta y solo se queja de todo cuando lo único que hace es preocuparse por todo el mundo y dejarse a ella misma de lado? Que se lo acaba creyendo. Y créeme, no, no lo entiendes, no me digas que lo entiendes, se lo que vas a decir... Que esos son problemas de adolescentes y que todos los tuvimos, ¿No? Pues no, no es verdad, me voy a estudiar al extranjero y probablemente nunca vuelva, ¿Y como me reciben mis queridos padres? Diciéndome que me alegre por mí hermana porque encontró trabajo en una peluquería que seguramente solo sea una excusa para salir de fiesta con sus amigos.— mi voz entrecortada no me permitía seguir hablando, quería llorar, pero no podía, tenía que mantenerme firme.

Mi padre seguía allí, con la misma cara de siempre, estaba claro que no iba a reaccionar, y si él no lo hacía, lo iba a hacer yo.

Me levanté en seco de mi cama, agarré mis maletas y mis mochilas y salí de allí de nuevo, pero esta vez, para no volver.

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⏰ Última actualización: Jan 20 ⏰

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