Aventuras en dystopia. [Serie Dystopia #1]

Capitulo 20. Finn, la flama miedosa.

Después de una intensa sesión de entrenamiento, Darius se tomó un momento para descansar, su ceño fruncido reflejando la frustración que sentía desde la llegada de Destiny al gremio de los Dragones Delta. Aunque su ritmo de travesuras había disminuido, el ambiente en el gremio seguía siendo apático, con poca disposición a participar plenamente en los preparativos para el festival. Darius se preguntaba si su paciencia podría soportar más días de esa misma energía desenfrenada.

Destiny se acercó a él con una taza de té en la mano, un gesto que parecía fuera de lugar en medio de la tensión. —Thalia me ayudó a prepararlo con unas hierbas especiales —dijo, ofreciéndole una taza con una sonrisa ligeramente sarcástica, como si disfrutara de la incomodidad que provocaba en él.

Darius aceptó la taza con un gruñido, sin decir nada mientras se sentaban juntos en silencio, sorbiendo el té y contemplando el oscuro bosque que se extendía más allá de las ventanas. La brisa nocturna acariciaba sus rostros, proporcionando un breve respiro de la presión constante que sentía.

—Hay personas muy interesantes en este gremio —comentó Destiny finalmente, rompiendo el silencio, su tono despreocupado contrastando con la gravedad de la situación—. Pero en términos de combate y lo que exige el festival, creo que aún no tenemos el equipo adecuado.

Darius, que había estado perdido en sus pensamientos, se giró para mirarla, su expresión endurecida. Había asumido que Destiny se tomaba todo a la ligera, pero ahora, al menos, parecía estar evaluando las capacidades del equipo con más seriedad.

—Cuando me uní a este gremio, pensé que sería más fácil convertirnos en los mejores —confesó Darius, su tono cargado de agotamiento—. Pero la realidad es mucho más complicada de lo que esperaba.

Destiny, esbozando una sonrisa que mezclaba sarcasmo con comprensión, agregó de manera casual: —Sí, faltan galletas con este té. —Luego, su expresión se volvió más seria—. Debe haber alguna manera de motivar a los demás para que realmente quieran participar en el festival.

Darius asintió, un poco sorprendido por la franqueza de Destiny. Aunque su estilo era diferente al suyo, había algo en su enfoque pragmático que parecía estar tocando la tecla correcta. La dinámica del gremio había cambiado desde su llegada, y tal vez eso era justo lo que necesitaban para comenzar a unirse como equipo.

—Tienes razón —admitió Darius, su voz aún cargada de cansancio, pero con un toque de aceptación—. Necesitamos encontrar algo que los motive, algo que los haga querer luchar y ganar.

Destiny terminó su té con un gesto despreocupado, pero sus ojos brillaban con determinación. —Entonces, trabajemos juntos en eso. Encontraremos la forma de unir a este gremio y mostrarles que pueden ser más de lo que creen.

Darius la miró, evaluando su sinceridad. A pesar de su sarcasmo y actitud ligera, había una seriedad subyacente en sus palabras que no podía ignorar. Ambos se levantaron, listos para enfrentarse al desafío de transformar a los Dragones Delta en un equipo unido y formidable.

La noche cerraba su manto oscuro alrededor de ellos, pero en sus corazones, una chispa de esperanza y determinación comenzaba a arder. Sin importar las dificultades, estaban decididos a encender el fuego que necesitaban para triunfar en el festival. Y esta vez, Darius sintió que tal vez, solo tal vez, Destiny podría ser la clave para hacerlo.

Darius se despertó al día siguiente, con la mente aún dándole vueltas a las ideas de Destiny sobre cómo motivar al gremio. Sin embargo, la realidad lo golpeó cuando se dio cuenta de que no tenía ni idea de por dónde empezar. Su frustración se amplificó cuando Destiny, con su usual descaro, le pidió si podía prepararle unos hotcakes para desayunar.