Draken • Ken Ryuguji

Capítulo 4: Café Dango.

Draken's POV:

Al día siguiente decidí salir solo, ya buscaría Mikey que hacer por si mismo. Seguramente comer, dormir y volver a comer, molestar a Takemicchi... Ya lo averiguaré mañana.

Hoy había decidido volver al café de ayer, por algún motivo no puedo dejar de pensar en la chica de pelo azul, necesito saber quién es. Así que cogí la moto y me dirigí a allí. Tarde poco desde el barrio rojo hasta el centro, me pediría un café y aprovecharía para hablarle cuando me trajera las cosas a la mesa. Estaba entrando por la puerta cuando me di cuenta de que no estaba sola, hoy tenía una compañera, de pelo castaño largo y ojos marrones, nariz puntiaguda y labios finos, tenía cara de pocos amigos y de ser una borde. Me dirigí al mostrador para pedir, me atendió ella.

-Hola.- Me miró a los ojos por unos segundos antes de responder, supongo que no me esperaba aquí.

-Bienvenido al Café Dango, ¿en qué puedo ayudarle?

-Un café con leche grande, por favor.

-Serían 200¥, por favor.

-Aquí tienes.- Cogió los 500 dudosa y me dio la vuelta.- Tranquila, hoy no te haré pasar lo de ayer.- Sonreí de lado evitando reírme, ella solo me dio una sonrisa incómoda.

-Ahora se lo llevo todo a la mesa.

Me senté en la misma mesa de ayer, pero esta vez solo. Tardó poco en venir con el café, aproveché el momento para hablar con ella.

-Espera,- ella se giró sorprendida,- ¿cómo te llamas?

-No debería responder a esa pregunta.- No era la respuesta que quería pero si la que esperaba, aún así ella no se marchó y parecía pendiente del mostrador.

-Está bien, entiendo, disculp-

-Nezuko Aoi.

-¿Qué?

-Mi nombre, es Nezuko Aoi.- Dijo y se fue rápido a su puesto, pensaba que no volvería pero trajo una carta de bollería, supongo que la utilizaría de excusa para su compañera.

-Yo soy, Ken Ryuguji, encantado. Dime, ¿qué magdalena me aconsejas para estos días de lluvia?- La miré un poco vacilón, ella pasó de su sonrisa incómoda a sonreír intentando evitar una risa. Por fin, sus pómulos. Calla.

-Pues, una magdalena abizcochada, para acompañar con el café.

-Aoi.- Se escuchó a su compañera de fondo, habían entrado más clientes.

-Iré al mostrador a pedirte una.- Se lo dije para que se fuera tranquila a atender al resto de clientes, yo solo me levanté a esperar detrás de ellos.
Pasaron 15 minutos y aún no habían acabado de pedir, ¿cuántas cosas hay en esas cartas? Dios mío...
Después de otros 10 minutos ya habían acabado de pedir, se me había enfríado el café y ya podía pedir.

-Hola.

-Hola, ¿en qué puedo ayudarle?- Tenía la mirada cansada, los clientes de antes tenían pinta de ser unos pesados.

-En cuanto a las magdalenas abizcochadas, ¿tenéis alguna con ralladura de limón?

-Si, ¿quiere que le lleve una a la mesa?

-Sí, por favor.

-Ahora se la llevo.

-Gracias.- Le sonreí y ella lo hizo de vuelta.

Me senté otra vez, con lo que tardaron los otros en pedir no me sorprende que tarde en venir a mi mesa.
Pasaron 10 minutos hasta que ella vino con la magdalena. Ella fue la primera en hablar.