Mi capital

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En algún punto de la historia mundial;

— Estados Unidos, ¿La capital es su hijo?

— ¿Hermano?

— ¿Tío?

El estadounidense miraba a sus alrededores sonriendo.

— Sólo es mi capital.

— Pero, ¿tienen alguna conexión biológica, o...?

— Es mi capital — repitió divertido, viendo si los reporteros captaban el mensaje que quería dar.

Washington estando a su lado observaba con desgano la avalancha de preguntas que se le presentaba a su país, rogaba porque los reporteros no se aburrieran del estadounidense mayor ya que no quería responder ninguna pregunta.

— Mr. Washington, ¿usted es hijo o hermano de nuestra nación? — preguntó uno de los periodistas insistentes de esa habitación.

Washington sintió los ojos de USA puestos en él.

— Solo puedo dar fé de que no es lo que ustedes llaman «padre» — con eso, salió de la habitación, guiando a la nación mayor entre tantas personas ya que él conocía el lugar mejor que Estados Unidos; porque el encargado de asistir y lidiar con las preguntas de la prensa era la capital, conocía cómo evadir gentilmente a una multitud.

USA trataba de seguirle el paso complementamente disgustado por las palabras anteriores de su capital. Si bien no era un hijo biológico, había estado siempre para su capital, conocía hasta el cómo vomitaba.

— ¡Yo te cambiaba los pañales Washington!— se cruzó de brazos estando ofendido ya que Washington había negado algún tipo de conexión familiar con él — heriste mis sentimientos — confesó desviando la mirada.

— Es que no eres un padre para mí — dijo, USA estaba a punto de hablar — eres muchísimo más que eso, no me gusta decir o expresar lo que... siento, pero — hizo una pausa.

I really love you, and... — habló por fin, conmoviendo el corazón del estadounidense mayor.

El de cincuenta estrellas no dejó terminar las palabras a su capital y lo abrazó tiernamente, Washington solamente le había dicho que lo quería tres veces en sus más de cien años de vida, que se lo haya repetido una vez más fue mágico para él, no necesitaba más palabras que un «te quiero mucho».

Abrazaba firmemente el cuerpo verde del menor, luego de unos segundos este le devolvió el abrazo.

— ¿Estás... llorando? — preguntó abiertamente sorprendido aún siendo tomado en brazos por su país.

USA no se había dado cuenta en qué momento empezó a liberar lágrimas. Dentro, muy adentro de él y con los individuos correctos su cuerpo se permitía ser sentimental.

— ¿Quién está llorando? ¡t-tú estás llorando! — se limpiaba las lágrimas en el proceso— silencio y déjame abrazarte — Washington rió y volvió a abrazar a su nación.

Nueva York entró con unos papeles en mano leyéndolos hasta que su vista se fijó en los dos hombres abrazados.

Tuvo una pizca de envidia. USA llevaba cinco meses sin visitar ni hablar con ningún estado luego de una gran pelea acerca de por qué Washington no merecía ser la capital en dónde Estados Unidos reprochaba la envidia de sus demás estados hacia su capital, ahora lo veía, simplemente abrazando a Washington luego de jurar en aquella pelea que los quería a todos por igual.

Aquello era injusto.

— Cuando yo fui capital, jamás me abrazaste así — reclamó causando confusión en el país y estado de la sala — pero con el niñito ese, mueves cielo, mar y tierra porque esté bien — Washington comenzaba a sentirse incómodo, nunca había tenido de las mejores relaciones con Nueva York.

— No le hables así, Nueva York. Cuando eras capital te demostraba el mismo cariño que como te demuestro ahora — dejó de abrazar lentamente a su contrario — además, se supone que estarías cubriendo una conferencia con los de la ESPN.

— No era hoy...

— ¿Entonces para qué vienes? — habló USA sin medir sus palabras, casi parecía que despreciaba la presencia del neoyorquino.

Nueva York se sintió traicionado, solo y triste, se sentía desprotegido.

— Queríamos... hacerte una pequeña fiesta entre todos nosotros por Año Nuevo. Idaho y Michigan insistieron en que yo venga aquí — contó Nueva York — pero yo no pienso llevarte, papá, haz lo que quieras, llamalos a todos ellos pero yo no iré. Es increíble que niegues que quieres más a Washington cuando ni siquiera tomas en cuenta mis horarios, no me tomas en cuenta en nada — reclamó, aún sintiéndose triste. Toda su vida sintió que había sido comparado con Washington de forma pasivo-agresiva, a esta alturas que ese hombre, a quien consideraba figura paterna, le esté hablando de forma agresiva le dolía demasiado, no soportaría festejar el año nuevo con ellos, tampoco deseaba ver a Washington.

USA cayó en cuenta de sus palabras anteriores, se sintió terrible después de unos segundos, luego de procesar todo lo que había dicho la primera capital, aunque esta ya se había retirado.

Dieron las doce, inicio de año nuevo.

Definitivamente había sido horrible para todos.

USA estaba dispuesto a solucionar las cosas y dejarse de su «ley de hielo» debía tomar cartas en el asunto y tratar de entender las emociones de sus estados.

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Feliz año nuevo

Aquí son las 00:05.

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