Capitulo 63

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El banquete solo se volvió más perfecto con la llegada del aguamiel de tal manera que Elliot y Minerva quienes odiaban a Arthur, bebían su bebida mientras lo maldecían.

Lo disfrutaban a regañadientes, enojados por su éxito pero aún así, Minerva no estaba dispuesta a dejar a Elliot.

Cómo la primera princesa, sus estándares eran muy altos. No le importaba un matrimonio, solo quería más riqueza y poder.

Elliot era el candidato perfecto teniendo poder militar y riqueza, pero como hombre no lo era y Minerva lo sabía.

Tal era el ego de esta princesa que los veía a todos como imperfectos. Da igual lo que tengan y que no, pero la princesa creía firmemente que bajo su mano podía volverlos perfectos.

Tomemos a Arthur como ejemplo, la princesa creía que simplemente era apuesto, pero le faltaba dinero, tierras y tropas cosa que Elliot tenía en exceso.

Ella no creía del todo en las inversiones a largo plazo, llevar a un peón al otro lado para convertirlo en una pieza mejor solo era una perdida de tiempo.

Por ello no podía entender del todo, como demonios era que los ojos de los demás estaban puestos encima de Arthur. Básicamente ya no tenía miedo de que intentarán quitarle a Elliot Mallory.

Arthur solo tiene soldados con armaduras bonitas, aunque Adela este de su lado no significa que su dinero lo esté, aunque Orley esté en desarrollo, solo era un pedazo de tierra insignificante en comparación con el resto de provincias.

Y aunque sabía pelear, solo era un hombre al fin y al cabo.

Pero a pesar de ello no entendía porque estaba celosa... Celosa de un plebeyo con mucha suerte. ¿Será porque se robaba las miradas de todos? ¿Celosa por sentirse inferior a Adela?

Para explicar eso último, desde que llegó Adela todas las mujeres sin excepción comenzaron a dudar de sus propias apariencias y el hecho de que Arthur la miré y la trate con mucha estima solo las hacia sentir peor.

No importa cuan bien te lleves con él, Adela solo necesitaba llamarlo casualmente y Arthur se despediría para luego atenderla lo que hacía sentir frustradas a las jóvenes.

Aunque había más personas a las que Arthur no ignoraría, solo se referían a ella porque era quien más destacaba.

Las mujeres querían saber dónde y quién hizo el vestido de Adela así como también quien era su estilista mientras que los hombres querían saber que demonios tenía Arthur de especial aparte de su apariencia, su bebida y su demostración en el torneo.

Sus pobres mentes nunca llegarían a la conclusión de que ambos se consideraban marido y mujer. Ambos eran muy buenos para actuar, tanto que ni siquiera el conde Preston quien conocía a Adela desde hace mucho notó que había algo raro.

Horas más tarde el banquete ya casi llegaba a su fin, muchas casas ya se habían ido ya hace rato y la mayoría solo estaban para hablar de negocios o solicitarle cosas al rey con respecto a sus "deberes" como terratenientes.

Arthur logró establecer un acuerdo con Iliano, a cambio de hierro, el Vizconde quizo que Arthur le diera el método para fabricar papel o arcilla. Arthur se hubiera burlado en su cara sino fuera porque ambos se llevaban medianamente bien.

El vizconde accedió casi a regañadientes, lo único que pudo conseguir fue un buen descuento de las tiendas de Adela. Sino fuera porque Orley le pagaría cierta cantidad decente por cargamento se podría decir que salió perdiendo.

Pero consideró esto como una buena manera de acercarse a ambos por lo que no se lo tomó tan mal. Preston se sentía algo indignado ya que su condado también contaba con abundantes recursos. También quería un acuerdo comercial con Arthur.

Rey De Reyes - Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora