Ocho

208 22 2
                                    

Dos semanas después, sólo ha tenido noticias breves de Erwin. Le manda mensajes para pedirle perdón y preguntarle si está bien, pero Levi nunca contesta. No se atreve a hacerlo.

En su lugar, encuentra una nueva forma de ganar dinero que le hace gastar más en las pastillas que le hacen volar y en los polvos que le hacen sentirse vivo para sobrellevarlo. Sólo trabaja así tres días a la semana -nunca hace mucho, pero sigue siendo demasiado para que encuentre algo de respeto por sí mismo-, pero descubre que es mejor ponerse una pastilla en la lengua antes de hacerlo. Le quita el sabor.

También descubre que le marean mucho más de lo normal. Ahora siempre está mareado, y se da cuenta por su estómago magullado -los moratones de las peleas en las que se metió más o menos cuando habló con Erwin habían ido desapareciendo poco a poco, pero había ganado unos cuantos más, por suerte no tan graves como los primeros- y por cómo sus caderas son más prominentes ahora que ha perdido un poco más de peso. Pero no pasa nada. No siente hambre con la cocaína.

Se niega a aceptar la idea de que pueda estar volviéndose adicto. Puede dejarlo, pero no quiere. Y no es que le haga daño: le hace sentirse mejor de lo que se ha sentido en mucho tiempo, así que no hay mal que por bien no venga.

El tiempo empeora algunas noches, así que duerme en refugios cuando hace demasiado mal y tiene dinero para hacerlo, y a veces vuelve a ver a los chicos de Sina. Siempre le saludan o le sonríen, y a veces le hablan. Le miran preocupados cuando le ven y su cara está más delgada y tose entre palabras y tiene los ojos vidriosos.

No se atreve a preocuparse.

Ahora, sale a trompicones del coche de un hombre, sintiéndose como escoria, y se mete el poco dinero que ha ganado en los bolsillos de los vaqueros. El hombre grita algo por la ventanilla antes de marcharse y Levi camina calle abajo. La ropa le cuelga, pero acaba de lavarla ayer en la lavandería. Le resulta irónico que se sienta el más exitoso y humano mientras, al mismo tiempo, empeora y se siente más inhumano en la sociedad real. La gente que se cruza con él por la calle no sabe lo que hace para sobrevivir a duras penas. No saben que por la noche va a un callejón y se queda dormido y se despierta con los músculos agarrotados, o que va allí, olfatea un par de líneas blancas y sueña con cuando estaba realmente vivo.

A veces cree que está muerto, o muriéndose, o que debería estarlo. Durante la noche busca algo en su mente, algo que le haga sentir que aún es humano, algo que le haga valer algo. No encuentra nada.

Un día, los adolescentes vuelven a hablar con él. Es sólo el trío y están sentados en la calle con él. Todos toman algo caliente -incluso le han comprado un té, por el amor de Dios- y hablan de la escuela antes de preguntarle cómo ha llegado hasta aquí. Es una pregunta justa, y quizá porque son adolescentes se lo cuenta.

"Perdí mucho dinero en mi divorcio", dice, "y luego perdí mi trabajo. Sin trabajo no podía mantener mi apartamento. No tengo familia ni amigos cercanos en ese momento, así que aquí estoy".

No incluye ninguna de las drogas cuando les habla de su vida, o de cómo gana algo de dinero.

Le dicen sus nombres y Levi se queda mirando a la chica de pelo oscuro. Mikasa, la mejor de la clase.

"¿Cómo son tus profesores?" pregunta con disimulo, y ellas siguen hablando de todos sus profesores.

"Bueno, nuestro profesor de orientación -también es nuestro profesor de inglés-, la verdad es que parece que le va... Mal, últimamente", dice Eren, y Levi mantiene la emoción fuera de su expresión y asiente.

"Se llama señor Smith, y normalmente es bastante amable con nosotros, pero el lunes pasado tenía un aspecto horrible". El día después de que se besaran, después de que él lo apartara. "Y todavía parece... Bueno, agotado. Creo que algo pasó".

Las Cosas Que Perdí - EruriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora