Finalmente después de terminar la cena, llamé a mis hermanos para que bajaran a cenar, sin necesidad que gritar, ya que debido a las pocas posibilidades económicas de mi familia, vivíamos en una casa bastante humilde y pequeña, de únicamente dos pisos con las paredes un poco desgastadas y marrones. Apenas disponíamos de una televisión, ya que la última había sido destrozada, mejor no saber porqué.
-Chicos por favor, bajad –De repente escuché como descendían por las viejas escaleras, en la cual había un desperfecto en un peldaño y se escuchaba crujir cada vez que alguien bajaba.
-Hola Roxanne –Dijo la pequeña Emily con una pequeña sonrisa mientras me abrazaba suavemente.
-Hola Rox –Dijo Will, el más inquieto de toda la familia mientras se sentaba con prisa en la mesa.
Emily y Will eran mis hermanos pequeños, que con 8 y 10 años, respectivamente, eran un amor de niños aunque a veces no pudieran estar quietos en todo el día.
Emily era la más pequeña, y así, la más inocente. Se caracterizaba por tener unos profundos ojos verdes y un cabello ligeramente enrojecido, nada que ver con nosotros ni con mis padres. Solía ser muy risueña y creía ciegamente en los cuentos de hadas y elfos, pensaba que algún día llegaría a estar con ellos. Sin embargo, Will no tenía nada que ver con ella. Él se parecía más a mí, tenía los ojos azules pero el cabello moreno, al igual que mi madre. Le encantaba jugar con los juguetes que él mismo se fabricaba con lo que encontraba, siempre le decía que llegaría a ser un gran inventor.
-Vamos, cenad que ya es tarde y mañana hay colegio –Les dije mientras con la cabeza señalaba la mesa. Sin mediar palabra, los dos se pusieron a comer como locos.
Como siempre, mis hermanos cenaban solos mientras yo les vigilaba de pie apoyada encima de la encimera. Mis padres nunca estaban a la hora de la cena en casa, ninguno de los dos, por lo que siempre tenía que hacer yo de madre como de padre.
-¡Ya he terminado! –Levantó la mano Emily como a su mismo tiempo lo hacía Will. Revisé los platos para ver que se lo habían comido todo.
-De acuerdo, podéis iros a dormir, en 5 minutos estoy arriba para arroparos, ¿de acuerdo? –Les dije mientras retiraba los platos por lo que ellos asintieron y subieron rápidamente.
Limpié los platos y decidí por prepararme mi propia cena. Abrí la nevera y me encontré con lo de siempre; casi nada. El trabajo de mi madre no era el mejor de todos, ni es que ganara mucho, pero era suficiente para pagar algunas cosillas simples como la ropa. El de mi padre era parecido al de mi madre y el salario también estaba por el estilo. No nos podíamos dar ningún lujo por nada del mundo, pero al parecer las cosas no iban por ese camino.
Me comí un sándwich de queso rápidamente y subí a ver cómo iban mis dos hermanos pequeños. Ellos dos dormían en la misma habitación mientras que yo dormía en otra. En un principio íbamos a estar los tres juntos, pero mis padres lo prefirieron así, según mi padre "porque él mandaba".
-Vamos a ver como están mis chicos preferidos –Les toqué la frente a los dos, ya que dormían en camas paralelas en una habitación bastante pequeña para convivir dos personas. Las paredes estaban un poco más cuidadas, y solamente disponían de un armario, dónde estaba la ropa de ambos.
-Estamos perfectos, ¿mañana empiezan las clases, verdad? –Preguntó Will con entusiasmo mientras Emily me miraba fijamente esperando a que le contestara. Suspiré. Iba a ser mi último año de instituto, y ya sabía de primeras que no iba a pisar la universidad aunque quisiera estudiar la carrera que más anhelaba. Me sentí decepcionada pero pensé en mis hermanos, no iba a dejarlos solos, nunca.
-Mañana empiezan así que –Miré al suelo y después a ellos- es hora de irse a dormir, ¿de acuerdo? –Sonreí suavemente.
-¿Nos cantas otra vez la nana de siempre? –Me pidió Emily con una mirada que podía conmigo, era la personificación de la ternura, así que lo hice. Cuando por fin se durmieron, les besé la frente y me dirigí a mi habitación.
ESTÁS LEYENDO
Puede
RomantizmPuede que siempre haya conflictos, puede que siempre nos peleemos, puede que siempre nos perdonemos a besos, también puede que nunca lleguemos al mismo punto y como dos tontos enamorados echemos hacia atrás, uno en busca del otro. Esta vez no es así...