✯𝑭𝒂𝒏𝒇𝒊𝒄𝒔 𝑪𝒉𝒓𝒊𝒔𝒄𝒉𝒆𝒍✯

MM 🐄🚗

Día de llevar a tú karma al trabajo.

Christopher

—Bájate.

Ella obedece dando saltos mientras camina. La miro mal todo el camino hacia mi oficina, eligió el día más ocupado para venir a joderme la paciencia.

—H-hola, señor Ministro. Hola, señorit-ta Morgan... —Laurens tiembla cual papel de pie a un lado de su escritorio.

Milenka la barre de pies a cabeza con disgusto haciendo que mi secretaria se encoja en su lugar queriendo desaparecer de la faz de la tierra.

—¿No puedes conseguirte a alguien eficiente? —me reclama y la ignoro.

Le doy un empujón para que entre a la oficina y es entonces cuando freno mi caminar al ver un escritorio diminuto junto al mío. Una réplica. Sobre él reposa un computador pequeño, una serie de papeles, bolígrafos de colores, una foto de mi karma y una placa con su nombre y un cargo que no es el suyo.

«Ministra Morgan»

—¿Quién hizo esta mierda? —espeto al mismo tiempo en que Milenka suelta un chillido jode tímpanos.

Se apresura a su escritorio jugando con la silla.

—F-fue s-su esposa señor.

«Por supuesto entre locas se apoyan»

—¡Ponte a trabajar!

Avanzo dejándome caer sobre mi silla tratando de ignorar a la criatura endemoniada a mi lado mientras inicio a llenar documentos y demás.

—¡Laurens!

—¿Para qué la quieres? —le siseo a Milenka.

—Necesito una secretaria —dice hojeando unos papeles en blanco.

Suspiro pellizcándome el puente de la nariz.

Puto karma

—¿S-si?

—Busca a Mori Pez, la necesito aquí, ahora —ordena y una vez que nota que Laurens sigue confusa en su lugar, chasquea los dedos con impaciencia—. ¡Ahora dije!

—S-si señorita.

Cierra la puerta tras de ella y la loca resopla.

—Incompetente.

Enarco una ceja sin perderla de vista. Garabatea cosas en las hojas mientras farfulla cosas entre dientes.

Niego continuando con mi extensa lista de quehaceres. Cosas que hacer por doquier y reuniones que presenciar al igual que candidatos a nuestras filas que aprobar. Rachel me ayuda en lo que puede pero la mayoría del trabajo me lo llevo yo. Consecuencias de ser el máximo jerarca, no entiendo cómo Alex soportó esto por tanto tiempo.

Tecleo un correo de respuesta en el MacBook para la central de Australia  cuando la puerta es tocada incesantes veces.

—¡¿Qué?!

—¡S-soy Mar-ri P-paz! —dicen al otro lado de la puerta con dificultad.

—¡Al fin! —se queja Milenka golpeando el puño contra la mesa de su escritorio—. ¡Entra rápido, joder!

La microbia Lewis acata la orden dándome un saludo militar con la cabeza gacha y las piernas temblorosas.

—M-min-nistro.