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—¡Soobin! Ven rápido, ya casi empiezan las clases. —El chico pelinegro corrió por los pasillos de la escuela mientras reía, el y su amigo se habían quedado toda la mañana jugando videojuegos en la azotea de la escuela y habían perdido la noción del tiempo.

— Ya voy, ya voy. ¡No terminaste de guardar las cosas. Si llegamos tarde será tu culpa!— Refunfuñó el chico un poco más alto mientras guardaba su Nintendo desesperadamente dentro de su mochila, por poco se tropieza con su agujeta, pero se logra estabilizar y alcanza al despreocupado de su amigo.

— ¿Mi culpa? Vamos, tú también te estabas estabas divirtiendo.

— Sí, pero no por eso voy a perder la clase...

— ¡Oigan! —. Soobin se vio interrumpido por el comentario del decano, quien los había observado a lo lejos y ahora se acercaba de manera amenazante. — Choi Soobin y Choi Yeonjun... ¿Otra vez ustedes? Están en grandes problemas, niños.

— Ay no... ¡Soobin, corre! — El más bajo tomó de la mano a su amigo y salió corriendo por todo el pasillo, algunos alumnos y profesores salieron de sus salones para ver el escándalo que estaban causando los dos jóvenes antes de completar su plan de escape y salir de la escuela por completo.

— ¡Yeonjun, ¿qué estás haciendo? Nos van a expulsar si escapamos de la escuela!

— ¡Tranquilo, no pasará nada mientras que estés a mi lado, te lo aseguro!

Los dos jóvenes siguieron corriendo por el pavimento de la calle hasta que lograron llegar lo suficientemente lejos para que el decano dejara de perseguirlos, Soobin veía la espalda de su amigo riendo y todas sus preocupaciones se esfumaron cuando vio como el se volteaba para sonreírle, aún no podía creer que se haya hecho amigo de un niño de segundo año tan problemático como Yeonjun. Al verlo parar y descansar por la falta de aliento no pudo evitar observar que aún sostenía su mano, era delicada y suave, casi como el pequeño estómago de su mascota Odi.

— ¿Qué pasa? ¿Estás preocupado por lo que el decano pueda hacernos mañana? — Preguntó Yeonjun casi burlándose de su amigo y soltando su mano para acomodarse el cabello.

— Un poco, pero más que eso... estoy feliz. Es la primera vez que hago algo como esto y me alegra mucho que haya sido con un amigo como tú.

Yeonjun puso una mueca y soltó una pequeña risa. — Oh hombre, te ves tan serio ahora, lo haces sonar como algo sentimental... — Volteó a ver a Soobin, quien se encontraba en una postura rígida abrazando su mochila. — Relájate un poco, Soobie. — Utilizó un tono burlón y le guiñó el ojo a su amigo, sabía que odiaba ese apodo.

— ¡Estoy relajado! — Gruñó mientras que inflaba un poco sus mejillas.

— Claro, claro, lo que digas. Oye, ahora que lo pienso, tienes que despertar pronto.

¿Qué? ¿Qué quiere decir Yeonjun con eso? ¿Y desde cuando tengo la conciencia suficiente para escuchar mis pensamientos?

— ¿De qué hablas? — Preguntó un poco confundido por las palabras de su amigo.

— Sí, ya sabes, hoy es el primer día que vas a ver las instalaciones de la universidad, ¿no? Además, me vas a ver después de dos años, debes de estar emocionado. Vamos, despierta ya.— Yeonjun sonreía y daba saltitos de emoción.

— ¿La universidad...?

Cierto, al cumplir los 18 años decidí irme directamente al servicio militar para poder ir en el mismo año que Yeonjun en la universidad. Ya han pasado dos años desde eso, a pesar de haber entrado casi al mismo tiempo al servicio no lo he podido ver en todo este tiempo y lo extraño. Me pregunto cómo se verá ahora, y también me pregunto en dónde nos encontraremos cuando estemos en las instalaciones. Dios, me muero de emoción. ¿Qué hora es?

Un café con leche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora