Renacer

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El único sonido que se podía escuchar dentro de la oficina era el constante choque del péndulo de Newton en el escritorio de Beatriz.

Ya llevaba más de diez minutos leyendo unos documentos que le llevó Marcela, respecto al presupuesto destinado para Hugo y el desfile a celebrarse dentro de tres meses. Solamente recordar el drama que formó Lombardi al enterarse que las modelos serían las del cuartel le provocaba estrés, y que si no fuera por esa mujer que tiene ahora en frente, este ni siquiera se hubiera dignado en apoyar.

No podía evitar sentirse inquieta con la presencia de Marcela, se encontraba sentada en una de las sillas frente a su escritorio, con la mirada perdida en algún punto de la oficina. Quería no prestarle atención, pero le resultaba imposible, y es que comprendía el porqué Hugo tomaba muy en cuenta la opinión de la Gerente, solamente con observarla podía entenderse...

Ella era la modelo de su propio desfile, por donde sea que caminara atraía vistas con su belleza y la manera tan hermosa de vestirse. Aquello era un talento digno de admirar, conjuntos, que separados, son tan sencillos a la vista, pero que unidos le dan un aire diferente a la persona. Odiaba lo jodidamente guapa que se veía y con ese aire de "soy sexy y lo sé".

Nuevamente se preguntaba que rayos tenía Armando en la cabeza como para serle infiel a esa mujer. Neuronas, seguro no eran.

Una blusa de color azul oscuro era la selección del día, con sus mangas recogidas y de cuello abierto hasta un poco más abajo del inicio de sus pechos, siendo acompañada por un pantalón blanco a la cintura y de bastas anchas, dándole un estilo relajado que contrastaba con aquellos botines de cuero negro, que le otorgaba el toque de firmeza y seriedad que la caracterizaba.

El detalle es que Betty se estaba distrayendo con la cadena dorada en su cuello, se veía tan fina y delicada, que la parte que se perdía en el escote, le provocaba jalar y... No.

«¡Beatriz no!», se recrimino en la mente.

Dos días habían pasado desde que la dejó en el auto frente a su apartamento, después de aquello, las interacciones se mantuvieron dentro de lo profesional, no había más discusiones por temas absurdos o irrupciones drásticas en su oficina sin un tema en específico. Cosa que agradeció en parte, ya que el tornado Marcela Valencia le estaba siendo difícil de controlar.

Aunque su interior dictase lo contrario.

Pero lo que si seguía sin cambios, eran las interrupciones a Armando, quien seguía empeñado en hablar con Betty y esta ya estaba pensando en enviarlo a Palm Beach.

—Todo lo veo perfecto —comentó Betty al terminar de leer la última página—. Le entregaré esto a Nicolás para que haga las revisiones necesarias.

—No se preocupe, yo misma se lo entrego —respondió neutral, mientras conectaba la mirada con la presidenta. Marcela no mostraba ningún tipo de emoción—. Igual tengo que salir a hacer unas diligencias.

—¿Saldrá antes? —pregunto por inercia, mientras veía como la gerente revisaba su reloj.

—Si, en unos veinte minutos tengo una cita en el club —respondió con algo de cansancio.

—Mmm —no contestó más nada, solo se dedicó a firmar los papeles.

Marcela, por su parte, se le quedó observando con ganas de quitar ese cabello rebelde de su rostro, soltó un largo suspiro por la frustración y atrajo la atención de Betty—. Margarita quiere hablar conmigo sobre la situación con... Armando, y honestamente no tengo ánimos para eso.

¿Qué podía Betty responder a eso?

—Supongo que debe ser difícil esa situación, dado que... —es demasiado incomodo solo sacar el tema, estaba hablando con la mujer que fue pareja de quien fue su amante, y después con quien tuvo "algo". Es cierto que solo se trató de un beso, pero detrás de eso había tanto y que solo se omitió—. Bueno, ya usted sabe.

Diabla [Marcetty Fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora