Capítulo 47 | Disparos y verdades

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𝑴𝒂𝒅𝒅𝒐𝒙

Cierro los ojos y hundo la espalda en el asiento. Respiro hondo. Inhalo y exhalo varias veces. Lleno de aire mis pulmones y permanezco en silencio, dejando que mi mente repose, se llene de... nada.

Continúo con aquello otros minutos más. La ira me llena, me invade, hace ebullición en mis venas. Cada célula de mi cuerpo se alimenta de las emociones negativas mientras inhalo y luego exhalo dejando salir todo eso.

Estoy enojada. Sí. Estoy molesta. Sí. Muy molesta. Era mi plan.

Pero ahora no puedo actuar como una adolescente molesta a la que le han robado un juguete. Ahora soy Maddox Salvatore. Soy Red Dragon y lo que ella haría sería dejar su impulsividad de lado y pensar con la mente fría. Así que me calmo. Respiro hondo. Me obligo a pensar de forma calma y tranquila. Se que si algo estuviera saliendo mal ya habría escuchado disparos y caos, es una buena señal que no se escuche nada más que el ruido del agua y el puerto. Un ruido grave llama mi atención pero se que viene del puerto, es quizás el mismo barco en el que llegó el cargamento, ahora se retira. Nada de qué preocuparse.

De alguna manera, esos ruidos logran apaciguar mi ira.

Abro los ojos. Observo todo el lugar pero no con una mirada rápida, no, en realidad dejo que mis ojos recorran todo lo que hay a mi alrededor. En la oscuridad, con el manto oscuro de la noche parece que no haya nada a la vista, pero si se presta la suficiente atención se puede ver una pequeña luz, una que ni siquiera llega a ser blanca o brillante. Ni siquiera podría confundirse con la luz de un par de farolas de coche, o de las lámparas exteriores que iluminan la calle.

Una luz que pasa desapercibido. A excepción de mis ojos que la captan y la entienden, porque la luz titila una y otra vez con diferente ritmo y tiempo.

Porque está dando un mensaje. Un código para que quien sea que lo vea entienda.

Y lo entiendo porque yo lo había planeado. Cada detalle.

Porque eran nuestros hombres haciendo señales para comunicarse.

Gracias a eso sé que el primer paso salió bien: localizaron el deposito en el que llegaron las niñas y están próximos a liberarlas sin hacer el más mínimo ruido que llame la atención. El siguiente paso: la emboscada.

Y el ultimo: atrapar a South.

Aprieto los puños a mi costado sin poder apartar los ojos.

Desde esa perspectiva y viéndolo de esa forma, podría controlar todo el operativo desde aquí. Podía saber qué ocurría y como estaba ocurriendo, podría llevar un detalle del paso a paso porque ya lo conocía y, sabía por la hora que le indicaba la pantalla del coche de Matthews, que sus hombres estaban dando la señal que se les indicó a la hora que yo misma había planeado.

Una parte de mi ser, una ínfima y pequeña, diminuta e insignificante parte, me dice que podía permanecer en la seguridad de aquel coche sin la necesidad de arriesgarme. Esa parte me decía que no tenía porqué ponerme en peligro, podía aguardar allí.

Pero la parte más grande, la parte enojada y molesta, llena de ira y vacía de sentido común me decía que eso era inaceptable. Porque debía estar allí. No solo viendo que pasara lo que había planeado, sino llevando a cabo mi propio plan. Si mi memoria no fallaba. En media hora debía estar estrangulado al jefe de South.

Y una hora después cargando su cuerpo hacia la celda que habían preparado para él.

Pero estaba allí. En aquel estúpido coche.

Y de nuevo, no solo se trataba de mí. Es decir, por supuesto que quería venganza por lo que me hicieron; por lo que le hicieron y tienen pensado hacer a esas niñas; pero no es solo la venganza lo que me empuja a presenciar aquello. Es algo mucho más grande: es el sentido de mi vida, el quien soy. ¿Cómo seré una buena líder si no soy capaz de ponerme en riesgo como los demás?

Traición y Sangre ✔ [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora