Capítulo VI

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—Esta es mi esfera—Le dijo Mick a Sergio—Mira tiene mi nombre grabado y el año en que nací. Es la esfera de mi primera navidad. Me gustaría ponerla en lo más alto.

Mick se había dado cuenta rápidamente de que su inesperado compañero tenía la ventaja de llegar a las ramas más altas sin necesidad de subirse a una silla.

Era Charles el que estaba desilusionado por que había esperado que el extraño, alto, moreno y muy guapo fuera a ser de alguna manera emocionante.

Aunque no era muy hablador, desde la comida se había vuelto más reservado. Educado pero como si no estuviera allí. Tenía la sensación de que estaba, de alguna manera, cumpliendo con alguna obligación

(De que no se maten cabrones)

¿Por qué se sentiría así? Se había salido de la carretera ¿Por qué los hacía sentirse como si fuera culpa de ellos que estuviera allí?

Estaba allí atrapado, pero solo en cuerpo, por que su mente estaba a kilómetros de distancia.
Pero si había estado reservado surante la comida, durante la decoración del árbol se alejó de ellos aun más.

Tenía la mandíbula tensa, como si estuviera apretando los dientes.
—¿Sabes?—Le dijo Charles con suavidad—Se supone que esto tiene que ser divertido, se que preferirías estar en cualquiero otro lugar, pero ya no puede ser ¿Por qué no intentas sacarle provecho a la situación?
Sergio lo miró sorprendido de que le hubiera leído la mente.

—¿En otro lugar?—Preguntó Sergio—No, no es eso, es que no me gusta mucho la navidad.
—¿De verdad?
—Mira, lo siento si se nota mucho, tienes razón—Dijo con un brillo nuevo en el rostro y, por un segundo, Charles pensó que realmente iba a divertirse.
Dejo la esfera que tenía en la mano sobre el papel del que la había sacado.

—Voy a cortar leña.
Eso no era lo que él había querido decir con lo de sacarle provecho a la situación. Se había referido a que disfrutara con ellos, aunque no podía decirselo tan claro.

—Me refería a que disfrutaras de árbol y del ambiente navideño que hay en la cabaña.
Sergio sonrió.
—Voy a disfrutar el ambiente, cortando leña para el fuego.

Charles no dijo nada más; de repente se le ocurrió que Sergio Pérez era mucho más hombre de lo que un chico como él podía manejar.

No había sabido llevar a Carlos, un agente de la propiedad inmobiliaria bastante aburrido. Nada que ver con el hombre que se dirigía hacía la puerta.

Se preguntó, de repente, que era lo que nunca había visto en Carlos, y vio la verdad. En realidad no había visto nada en él.

Siempre había sido un chico tímido que vivía en la sombra de un hermano mucho más guapo y extrovertido. Por eso, cuando un día Carlos lo invito a salir, se sintió adulado. Emocionado cuando él le dijo que le gustaba. Nunca había parado a pensar qué era lo que sentía por él. Había sido suficiente con que Carlos gustara de él.

Pero había comenzado a pasar una hoja nueva cuando llamo a Marilú para preguntarle por la cabaña. Un nuevo Charles estaba apareciendo en la superficie, más atrevido, más decidido.

Entonces, se preguntó que significaba aquello en ese momento ¿Qué no debía dejarse llevar por enamoramientos pasajeros o debía explorarlos?
Desde luego el antiguo Charles era más sencillo.

—¿Adónde vas?—Le preguntó Mick a Charles.
—Voy a cortar leña.
—Ya tenemos mucha leña.
—En este país, nunca es bastante. Me gusta tener la reserva al completo.

—Vale—Dijo el niño—Entonces voy a ayudarte.
—No—Dijo con firmeza—Quédate a decorar el árbol con tu tío.
—Pero...
—Esta vez no—Dijo y cerró la puerta con firmeza a sus espaldas.
—¿Es que no le gusto?—Preguntó Mick con tristeza.

Un amor por Navidad.  ❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora