Diecisiete

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Pasan los días y no cambian muchas cosas. Levi sigue viendo cosas y la televisión sigue provocándole ataques de pánico. Vomita tras las pesadillas y Erwin le abraza por las noches. Intenta comer más, lo suficiente como para engordar un par de kilos, pero no lo suficiente como para tener que correr al baño después de cada comida. Besa a Erwin y Erwin le besa a él, y cuando un día no se levanta de la cama porque no distingue si está arriba o abajo y si es Erwin quien le está tocando a él o a otra persona, Erwin se queda con él, le hace beber agua y le aparta de la cara el flequillo empapado de sudor.

Al final, se despierta un día a la misma hora que Erwin y se salta el desayuno porque se le revuelve el estómago de ansiedad. Se sienta en el borde de la cama de Erwin con una toalla alrededor de las caderas y deja que Erwin le peine.

"Lo vas a hacer muy bien, Levi", le dice, y Levi se limita a encogerse de hombros nervioso.

"Lo harás", repite Erwin, y coge la barbilla de Levi y le obliga a levantarle la mirada. "¿Entendido?"

Levi resopla suavemente, pero asiente como puede con los dedos en la barbilla. "Vale", asiente, y Erwin sigue peinándole con esmero.

Cuando termina, Levi se pone la elegante ropa que le ha comprado Erwin y deja que éste le suba las mangas hasta los codos. Mira su reflejo mientras Erwin se ducha y se cambia. Parece... mejor. Sigue enfermo y se siente fatal, pero se parece más a cómo estaba antes de acabar en la calle que después. Se estremece un poco. Hace dos semanas nunca habría pensado que llegaría a este paso.

Erwin le descubre mirando su reflejo y le apoya las manos en los hombros. "Estás estupendo", le dice, arreglándole ligeramente el cuello de la camisa. "Increíble".

Levi aprieta los labios. "Gracias", dice. "Nunca pensé que podría llegar a este punto otra vez", admite, y Erwin asiente en señal de reconocimiento.

"Lo estás haciendo muy bien, Levi", dice, y Levi le cree.

Preparan té y café y Levi mordisquea una tostada. Erwin le pregunta cómo se siente y Levi admite que está nervioso. Erwin le frota el dorso de la mano y se cepillan los dientes. Erwin le guía con una mano en la espalda hasta el coche y pone la radio mientras conducen. Es temprano por la mañana, todo está helado y hace frío, pero la bufanda y la chaqueta nuevas que se compró antes, a diferencia de la vieja, le calan hasta los huesos.

La Academia Sina es un edificio grande e intimidante. Es el tipo de colegio al que la madre de Levi habría querido que fuera, pero que no habrían podido permitirse. Hay plazas de aparcamiento designadas para cada profesor, y la de Erwin está cerca de la entrada. Al otro lado de la calle están las casas de los estudiantes extranjeros y sus familias e incluso de algunos profesores, y Levi se siente empequeñecido por las demás mujeres y hombres que se dirigen a trabajar. Erwin les hace pasar y recogen la tarjeta de identificación de Levi, en la que pone 'Invitado'

Tienen tiempo, así que Erwin le hace un rápido recorrido por algunas partes de la escuela. Le enseña a Levi dónde está su clase, los baños, la sala de profesores y la cafetería. Le enseña también dónde está su aula, unos pasillos más allá del departamento de música, y Levi se sienta en un pupitre mientras Erwin desempaqueta y escribe algunas cosas en la pizarra inteligente para su primera clase. Las paredes están cubiertas de trabajos de los alumnos, increíblemente ordenados y organizados.

"Así que", dice Levi, "¿aquí es donde atormentas a los niños durante horas cada día?". Le pregunta, y Erwin levanta las cejas.

"Te haré saber", dice, "que a mis alumnos les encanta mi clase".

Levi tararea. "Quizá debería tener cuidado con lo que dice de sus alumnos, señor Smith", comenta, y Erwin se pone delante de él. Levi inclina la cabeza para mirarle con los ojos entrecerrados, y entonces Erwin se inclina y le besa suavemente.

Las Cosas Que Perdí - EruriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora