Nos tenemos que ir

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—¿Estás seguro que el nombre de Armando no se ha esparcido por las noticias?

—Actuamos de inmediato, así que no te preocupes por eso, hemos controlado a todos los medios.

—Gracias, Esteban...

—¡¿Cómo está Armando?! —preguntó a prisa Marcela, Malú llegó justo detrás de ella.

—Aún sigue en terapia intensiva —respondió don Roberto colgando la llamada.

La tristeza enmudeció a Marcela.

—Pero, ¿Cómo pasó? —intervino su hermana.

—Al parecer iba a demasiada velocidad, perdió el control y...— alcanzó a decir antes de que la tristeza lo callara.

—¿Y Margarita?—su silencio le respondió—. Ve con ella, en estos momentos debe necesitarte.

Roberto asintió y a paso lento se retiró. A pesar de que no había pasado ni una noche las ojeras se le habían acentuado.

—¿Será que debemos avisarle a Betty?

—¿Avisarle? Si es su culpa.

—Marce, por favor.

—¡Pero, es la verdad! La culpa de todo lo que está pasando es suya.

—Estás muy alterada, tranquila.

—¡¿Y cómo quieres que me calme, Malú?! Si algo le llega a pasar a Armando sería...tan doloroso como lo de papá y mamá.

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Pese a que el vuelo había sido rápido y sin complicaciones, Betty estaba ida, el mundo se movía de prisa, pero ella se sentía estática. La mirada la tenía fija en las maletas que pasaban una y otra vez, como si aquello pudiese ayudarle a disipar los malos pensamientos que desde hace rato rodaban en su mente.

—¿Beatriz Aurora Rincón? —la sorprendió un hombre haciéndole voltear—. Soy André Santillán—dijo extendiendo la mano, ella le correspondió con duda —¿Te llegó el mensaje de Sam?

De inmediato buscó el teléfono y entonces, se percató de que tenía el de Nicolás en lugar del suyo. Se lamentó en sus adentros, estaba tan desconectada de la realidad que no se dio cuenta en qué momento había pasado eso.

—No te apures—respondió aquel al ver la expresión de confusión mientras observaba un teléfono—, solo era para avisarte que yo pasaría por ti. Me presento otra vez, soy André Santillán, V.P de marketing de T. Enterprises.

—Mucho gusto.

En el basto conocimiento que tenía ella sobre moda, nunca había visto tanta elegancia en alguien que estuviera en un ambiente como el de Miami. Debido a la camisa de polo celeste que aquel portaba acentuaba sus grisáceos ojos y su cabello ébano.

¿Quién eres? || Betty en NYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora