Una voz dulce y cuidadosa la sacó de su sueño profundo. El lecho era tan cálido y cómodo, que a Saori le costó abrir los ojos y con reticencia se giró, encontrando a Temari a su lado, quien le sacudía el hombro con delicadeza. La reina se sintió desconcertada por un momento, definitivamente no era su habitación, y cuando recuerdos de la noche volvieron a ella, buscó nerviosa a Naruto en la estancia, pero solo halló a otro par de criadas cerca de la cama, esperando a que se levantara para colocarle su albornoz.
—¿Dónde está su majestad?— preguntó, ignorando el pinchazo de decepción que le dió no verlo al despertar, pues estaba segura de que él la abrazó mientras dormían. Eso se sentía definitivamente real, casi tanto como el leve pellizco que percibía en sus partes íntimas y el dolor en su espalda baja.
—El rey despertó temprano y fué a cumplir con sus tareas, majestad— explicó paciente la dama, sin disimular una sonrisita divertida —¿Se encuentra bien? ¿Necesita alguna cosa además de lo usual?— insistió, provocando un leve sonrojo en las mejillas de la reina.
—Estoy bien. ¿Qué hora es?— preguntó al sentarse y mirando al rededor. Esa habitación que apenas había visto estaba muy personalizada, se notaba que pertenecía a Naruto con tantos objetos de tema marino, e incluso más acogedora que la suya. Pero al no verlo, y creyendo que quizás las palabras de la noche los acercaría más, se sintió un poco inquieta. Tal vez cuando se lo encontrara las cosas serían diferentes, tenía esa esperanza, y por eso le molestaba tanto que el rey no hubiera sido quien la despertó.
—Es casi medio día— anunció Temari, para su sorpresa —He tenido que despertarla porque lleva demasiado tiempo sin comer, y supongo que querrá darse un baño.
Las palabras de la dama le hicieron percatarse de que sus muslos estaban pegajosos, y solo asintió a su ofrecimiento, sin querer dar o recibir demandas sobre detalles. Volteó por última vez antes de salir, cubierta con el elaborado y fino batón, para observar la cama donde se habían amado, y la cual ya estaba siendo cambiada por la servidumbre. En silencio regresó a sus aposentos, encontrando una deliciosa bañera de agua caliente y un desayuno estupendo. Resistió un gemido adolorido al meterse y luego se apoyó en el borde cuando le acercaron una mesita con sus alimentos.
Bulliciosa y con un vestido demasiado llamativo para su gusto, entró Izumi rato después, cerrando la puerta tras ella y sentándose expectante en uno de los sillones.
—¿Entonces?— preguntó animada, colocando su abanico sobre los labios risueños. Saori la miró confundida —No se haga la tonta, todo el palacio habla de ello— instó.
—¿Todo el palacio?— indagó con inquietud, encogiéndose un poco.
—Y la princesa, la corte, los obispos...
—¡Qué horror!— murmuró, bajando la cabeza y casi mojando su cabello, si no fuera porque una criada se apresuró y recogió los mechones sueltos con cuidado. Cuando se incorporó, notó que su madrastra la miraba detenidamente.
—No tiene ninguna marca— observó. La reina miró la piel sobre sus senos y luego se palpó el cuello, donde su esposo tantas veces la había besado —Parece que fué cuidadoso. Generalmente los hombres son unos brutos— bufó —Y bien, ¿no me contará?
—¿Por qué debo hacerlo?— inquirió avergonzada.
—Es lo divertido de eso, cotorrear después. Y además, se demoraron tanto, que sinceramente dudaba que fueran a concretar el asunto.
¿Cotorrear? Saori frunció el seño al darse cuenta de que las criadas e incluso Temari, esperaban ansiosas por lo que ella fuera a decir; pero esas palabras cercanas, los halagos dulces y las caricias, nada de eso quería compartir. Estaba celosa de mostrar una cara del rey, que solo ella había visto.
—No sé que esperas que te diga. No fué nada que valga la pena memorar— mintió —Doloroso, incómodo y vergonzoso— añadió con un bufido y apoyando su espalda en la bañera, se hundió en el agua, abrazando sus rodillas.
—¿De verdad?— preguntó Izumi en tono decepcionado —Quizás pudo haber sido así porque no tenían experiencia, pero supongo que con el tiempo se acostumbrarán.
—¡Eso...!— exclamó Temari, condescendiente —Su majestad debería estudiar para complacer a su esposo— Saori volteó a verla y levantó una ceja.
—¿Estudiar?
—Sí, mi reina. Hay un libro en la biblioteca, solo accesible para la casa real. Lo trajeron de la India hace unos años y lo tradujeron...
—¿Un libro?— rió Izumi —Esas cosas no se leen, se practican— mofó.
—Temari... ¿puedes...?— preguntó en voz baja y la dama asintió.
—Enseguida lo busco para usted, majestad.
Saori no imaginaba lo que pudieran decir tales textos. ¿Había algo más que quedarse acostada y abrir las piernas? Tampoco le molestaba que así fuese, sentía una extraña atracción hacia la sensación de verse acorralada por fuertes brazos, y al alcance cada vez que el rey quisiera besarla.
—Besos...— murmuró casi inentendible y muy bajo, rozando disimuladamente sus labios.
Temari regresó bastante rato después, al parecer le tomó tiempo hayar dicho tomo, y ya cuando lo trajo escondido en un paño, Saori estaba vestida y tomando un té con su madrastra.
—¡Al fin, mujer!— exclamó Izumi —Me muero de curiosidad— rió, pero la dama de compañía negó con la cabeza.
—Me temo que tendrá que esperar, majestad. El rey ha solicitado su presencia cuanto antes.
Saori se quedó con la taza a medio camino hacia su boca, y de repente muy nerviosa, asintió, la colocó en la mesa y se encaminó hasta el lugar después de guardar el libro en una cómoda. Ansiosa, agradeció con un gesto cuando Temari le indicó una puerta doble y enorme al final de un pasillo. Esperó ver algún sirviente al entrar, o al menos a lord Nara, pero solo estaba el rey detrás de su escritorio.
Él no levantó su vista y sus labios estaban apretados en una dura línea. El temor la invadió, pero supo mantener su porte y hacer una reverencia leve al acercarse.
—¿Su majestad, me llamó?— preguntó algo sumisa, sin saber porqué.
—Siéntate— bramó Naruto y su tono fué suficiente para darse cuenta de que había vuelto a ser el mismo ser frío de antes.
Obedeció y apretó la tela de su falda entre sus dedos, a la vez que tragaba fuerte para bajar el nudo que rápidamente se había creado en su garganta. Negó, quizás solo estaba exagerando... Tenía que ser. Ningún ser podía haberla amado con tal devoción y luego actuar como si nada hubiese pasado.
—¿Durmió bien?— preguntó, tratando un acercamiento.
—Sí— raspó mientras alcanzaba unos documentos de una esquina de la mesa —Hay un asunto del... del que quiero que te hagas cargo. Estas son la finanzas de tres orfanatos en Londres. Envío presupuesto para ellos cada mes, sin embargo no paro de recibir quejas de faltantes de ropa y alimentos. Hay que hacer una visita... pero yo no puedo ahora— dijo muy serio y le alcanzó los papeles —Necesito que... vayas.
—Nunca he realizado este tipo de trabajo— confesó.
—Por una vez se empieza— Saori apretó el documento en sus manos al recibir las palabras frías y desinteresadas.
—Intentaré hacerlo lo mejor que pueda— dijo con seriedad, lo vió asentir y de nuevo retomar la escritura. Notando que ese era el final, se puso de pie y se encaminó a la puerta, pero antes de salir quizo dar una última oportunidad, quizás porque ella lo necesitaba —¿Su majestad no tiene nada más que decirme?— insistió.
—No, eso es todo.
En otro momento hubiese gritado o reclamado, pero en ese, estando sensible por la nueva e íntima experiencia, por haberse entregado y retomado las expectativas que una vez tuvo, viendo como eran arrojadas a tierra de nuevo, Saori eligió bajar la cabeza y dejar la oficina.
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Mad King
FanfictionLa única hija del duque Uchiha, de la noche a la mañana se ve envuelta en los planes de la familia real. Una niña inocente y testaruda, deberá emerger como fuerte mariposa a pesar de los obstáculos, y esta vez cambiar la historia, para ser ella la s...