Un dios del Inframundo

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Ana Eliza

Mi día comenzó a las seis de la mañana excelente día elegí para desvelarme por una fiesta el tener veintidós años no me ayuda en nada , liar trabajo con fiesta no es bueno mi cuerpo pide dormir un rato mas pero no quiero llegare tarde a mi primer encuentro de trabajo, conseguir esa entrevista a sido un verdadero problema ya que todos quieren trabajar en el mejor corporativo de la ciudad, el único problema es que nadie dura mucho en el puesto de trabajo ya que se dice que el millonario y codiciado soltero de la Ciudad
Raúl Vega tiende a tener un carácter muy fuerte y difícil de sobrellevar, muchos se rumores se dice que el se lía con sus secretarías pero ninguna de las susodichas ha confirmado esas teorías, ¿Acaso les pagará para que no hablen o nunca a pasado eso? Pero yo no culpo a ninguna de las secretarias si es que eso pasó, el es totalmente un Dios traído del Inframundo no lo sé con certeza aun, pero de donde el provenga le agradezco porque trabajar con el podría ser un verdadero placer o un infierno que no importa tener que vivir si es con ese Dios del Inframundo .

Cálmense tontas hormonas el nunca se fijaría en alguien como yo, las parejas con las que ha salido en periódicos o revistas son extremadamente hermosas, rubias y con cuerpos perfectos porque el se fijaría en mi eso es ilógico.
Bueno dejemos de pensar ya es mejor que me valla si  no quiero llegar tarde pensé mientras salía apresura de mi departamento hacia el carro, el trayecto fue con miles de preguntas y teorías en las cuales algunas de ellas alocaban mis hormonas, al llegar a la empresa me sorprendió era un edificio totalmente brillante y enorme, al entra sus paredes era blancas y algunas con espejos una digna empresa de un multimillonario, me dirigí a la recepcionista en donde una muchacha de pelo rojizo y uniforme negro el resalta sus  atributos.

—Disculpe vengo a una entrevista de trabajo. —Dije amablemente

—Sube al piso ocho ahí le darán indicaciones. —Me respondió con cierta frivolidad como es que puede ser tan arrogante, me dirigí al ascensor y subí al piso ocho al salir una secretaria de pelo rubio y ojos color azul me recibió.

—Buenos días ,le  puedo ayudar en algo. —Dijo amable

—Si por favor vengo a una entrevista de trabajo.— Le respondí algo nerviosa.

—Sígueme.—Salió  de su asiento y nos dirigimos a una sala de espera —Se te ofrece algo de tomar

— Si por favor un café por favor—Tome asiento en los sillones que se encontraban ahí, mire a las demás chicas que venían por el empleo y para ser sincera vestían muchísimo mejor que yo.

—Toma tu café. —Me ofrecieron la empleada estirando el brazo con el vaso de café.

—Muchas gracias.—Deje de ver a las chicas que se encontraban ahí, y mejor comencé a ver mis papeles hasta que me percate que me faltaban dos papeles que de seguro se me cayeron en el auto por mi torpeza y los nervios que tenía está mañana, así que me levante de aquel suave y cómodo sillón para dirigirme a mi auto por ellos.

—Se te ofrece algo más—oí a la secretaria hablarme de nuevo.

—Si puedo dejarte mis papeles es que he olvidado dos de ellos en el carro.—Dije algo apenada ante mi error.

—Si claro anda rápido el jefe no tarda en llegar para comenzar las entrevistas así que ve— me respondió con  una sonrisa.

Le dedique un sonrisa antes de salir rápido así el carro con mi café en mano, baje por el elevador y salí sin fijarme al frente o gran erro causó que tropezara con alguien volcándole el café enzima, solo oí un grito de una voz grabe

—A caso estás ciega y no te puedes fijar dónde carajos pisas—Grito con una voz grabé y molesta.

—Lo  lamento señor no me fije —intente disculparme ante mi erro pero al parecer eso solo agrado mucho más el problema

—Tus malditas disculpas no van a arreglar mi traje. —Me miro de una manera cruel que logré ver si desprecio ante mi.

—Yo lo lam..—Me callo antes de que pudiera decir algo más.

—Ya no digas más y lárgate de mi vista antes que  me causes un maldito estrés.—Me advertí molesto.—¿ Que esperas ? O a caso está enferma y no puede caminar tu sola.—Me levante del piso torpemente, los tacones que traigo no me ayudan en absolutamente nada, me apresure a salir de aquel edificio hacia mi carro para buscar los papeles que necesitaba.

Ya en el auto me puse a pensar en lo que acaba de pasar he chocado con el que podría ser mi futuro jefe,  su forma de habla fue demasiado cruel, salí de mis malditos pensamientos y comencé a buscar por todo el carro y por fin los encontré cerré el automóvil y me adentre nuevamente a aquel edificio más nerviosa que antes, el trayecto al piso ocho fue lleno de nervios, miedo y una ligero disgusto que me causo la escena que tuve hace un momento, al llegar me percate que aquella mujer amable que me atendió no estaba así que tome mis papeles, me acomode en  sala donde estaba y de donde nunca debí salir así hubiera evitado ese accidente, vi como las 6 mujeres que estaban adelante mío pasaban a aquella oficina todas ellas eran mujer con cuerpos perfecto y cabello rubio.

-Ana Eliza Muñoz adelante por favor

Me levante de aquel sofá y me dirigí aquella oficina la cual al entrar era fría y desolada como la persona que se encuentra dentro de ella

—Por favor toma asiento, dijo la rubia señalando una silla frente a una escritorio.— se retiro de aquella oficina y me dejó ahí esperando.

- Ana Eliza así te llamas.—esa voz me causo un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo, me trague todo mi maldito orgullo para poder contestar.

-Si si claro.—tartamudee al intentar hablar bien— me quería disculpar no fue mi intención derramarle el café encima.—dije agachando la cabeza .

- No venimos a hablar de tus tonterías y torpezas así que enfócate en lo que me importa.—lo dijo con frialdad y molestia

-Claro.—dije molesta acepto que me equivoqué pero el no tiene por qué tratarme así, como es que un hombre tan guapo tiene un carácter así y se atreve a tratar a la gente de esta manera,  para tener veinticuatro años tiene muy poca paciencia.

Me Enamoré De Mi Secretaria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora