Cap 38

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Meridia había pedido como favor íntimo a Albus que la dejara entrar a los terrenos del colegio. El buen mago no se negó invitándola a tomar el té junto a la profesora Macgonagall en su oficina. Extrañaba esa hermosa etapa de su vida, caminar por las paredes antiguas y perderse de vez en cuando. Ambas damas se abrazaron.

-Me alegro de estar aquí sin que haya pasado algo con mi sobrina- se sentó tomando una galleta.

-La señorita Rellish ha sido una buena alumna mi querida Meridia- el director revolvía su té -Sus padres han de estar muy orgullosos de la chica que criaste-

La dama dejó de sonreír, con nervios dejó la taza a un lado.

-Me temo que mi hermana me ha contactado después de lo de aquel día- sonó insegura -Nos ha invitado a una cena, me temo que mi sobrina deberá tomar su papel- sus labios temblaban.

Minerva casi se atraganta con el líquido, sintió un escalofríos subirle por la espalda.

-Meridia mirame- Albus la tomó de las manos para consolarla -¿Tu hermana y su marido ya escogieron un bando?-

-¡Albus por favor es absurdo que los rumores...!-

-Me temo que si- dijo Meridia interrumpiendo a la mayor que se levantó con rapidez.

El director miro a ambas damas, se levantó y con su varita se acercó hasta cierta parte de la habitación, acercó su varita hasta su sien extrayendo una delgada línea blanca que colocó en un frasco.

-Ya sabes que debes hacer quierida- la dama se levantó agradeciendo la compañía.

Llego la semana de descanso y con ella la tan esperada cena. Eris había llegado hace minutos a su hogar con su tía, su había dado cuenta que su querida tia trataba de mantenerse tranquila. Desde la historia sabía que para la mayor sería como volver a integrarse a la familia. La vio tomar té y otras cosas que realizaba para calmarse.
Subió hasta su habitación para tomar una ducha, al salir en su cama había un hermoso vestido que con solo observarlo creyó ser muy exagerado para una cena. Se trago el comentario al ver el vestuario de su tía, estaba deslumbrante.

Cada una le arreglo el pelo a la otra, se regalaron sonrisas que se borraron al ver que la hora se acercaba, tocó su cuello descubierto donde se miraba su collar, agradeció que su tía no supiera que realmente era eso o si sabía supo ocultarlo bien.

Listas comenzaron a salir, tomaron un camino solitario para pasar desapercibidas, llevaban gabardinas que cubrían sus acuerdas que no quedaban con el tranquilo lugar. Meridia se detuvo tomando la mano de su sobrina hasta desaparecer. Con un poco de mareos se tomaron un tiempo para estabilizarse, el familiar lugar hizo sentir a Eris incómoda y muy feliz de ver a cierta elfa. Caminaron juntas por los grandes jardines hasta la gran puerta.
Estaban por tocar cuando fue abierta, unos ojitos hicieron a Eris sonreír.

-¡Amita Rellish!- la recibió tomandola de la mano con gran devoción que no vio a la adulta observarlas con curiosidad -¡Nissa le ha hecho muchos postres a la amita esta noche!-

-Eres increíble- la chica abrazo a la elfita.

La elfa estaba por decir algo cuando algo llamo su atención, vio a una mujer de rasgos inconfundible en la puerta.

-¡Pero si es la ama Meridia!- Eris la detuvo antes de caer de la impresión, la mayor también se acercó preocupada. -Disculpe a Nissa, no la vio- hablaba con lágrimas en su ojos. -Nissa nunca creyó volver a ver a la familia unida-

Meridia tomó sus manos, extrañaba a este ser tan puro y bondadoso. Intento reconfortarla pero las sombras que asomaban la hicieron levantarse tomando a su sobrina a tiempo.

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