Kill Bill

K

¿Hasta donde puedo llevar mis límites por tu por amor? ¿Hasta qué punto tengo que llegar para pisar fondo? ¿Acaso hay qué deshacer de otra para que seamos felices, Tomi?

Nuestro amor era más haya de lo fraternal desde que nacimos, pero el destino estaba haciendo lo contrario. No se hasta donde, o que mas tengo que hacer para que me vuelvas a amar como antes, como aquellas noches donde disfrutábamos del fruto prohibido con el amor mas puro que sentimos y nos pudimos dar el uno a otro. Solo tu sabes y sientes el dolor que me causas al verte feliz con esa y no conmigo, como solía serlo antes de que pensaras que esto era un mal amor.

Pero como siempre no puedes, esta marcado en nuestras pieles nuestro pecado mas grande, del que nunca me arrepiento. Aunque ya no sea los mismos besos y caricias, después de un tiempo vuelven a serlo que me hacían estremecer ante tanta emociones y amor del que nunca sentí.
Te amo, y te seguiré amando hasta que te des cuenta que no puedes vivir sin mi, como yo lo hago al llorar cada que despierto y no estás conmigo.

No importa en cuantos brazos ajenos estés, cuantos intentos para al menos olvidarme una hora de mi. Yo siempre me encargare de ellos, como me encargare de que me ames mas de lo que haces. Por que te amo, Tom.

Los sonido de copas chocando entre si, las risas de personas ya ebrias y la típica música pegadiza era lo que se escuchaba en aquel bar, pero ni eso me ayudaba a dejar de pensar en ti.
Ni el alcohol ayudaba a marear mis pensamientos, el amargo pero adictivo sabor del Vodka me recordaba al fuerte sabor de la bebida y lo dulce de tus labios que sabían al morderlo besándonos bruscamente pero apasionadamente cada noche que discutíamos, me daban ganas de salir corriendo a buscarte para ocupar el papel de ella, pero como la ultima vez que los vi, no quiero verte besarla justo como lo hacías conmigo.

–Jajaja. ¿Tu le crees, Bill?... Bill... ¡Bill! – un grito de Andy a mi lado, sintiendo un pequeño golpe en mi hombro hizo que ya me irritara al recordarte.

–Mierda, Andy. ¡¿Que pasa?! –pregunte con una mueca de desagrado y cansancio, ni siquiera sabiendo cuánto tiempo estaba sentado como para que ya me doliera el trasero. Un silencio incómodo y las miradas de los tres, que no eran para nada amigables ponía tenso el ambiente en aquel mesa.

–¿Es en serio? ¿Sabes que no te invitamos para que solo calientes el asiento? –reclamo Georg mirándome mal, pues hasta el ya estaba cansado de que de nuevo este comportándome como idiota por ti.

–Joder Georg.... ¿qué mas quiere que haga? Si se la pasan.... hablando entre ustedes. –respondí notando en mi tono que ya me estaba mareando.

–¿Que? ¿Es una puta broma, Bill? Si estas como mudo tomando callado como idiot...

–¡Andy!... Cállate, ¿si? –Gustav lo callo antes de que siguiera y se armará una pelea, otra vez. Pero ya era tarde, ya estaba perdiendo el control, y ¡todo por tu maldita falta de amor!

–¿Qué dijiste? –lo mire y pregunte serio hasta el punto de sonar amenazante para Andy, que soltó un suspiro mirando a otro lado.

–Bill, ya cálmate. No empieces de nuev...

–¡Repite lo que dijiste!

–¡Que eres un maldito niño al llorar por su juguete!

Lo mire, y aquellas palabras fueron como un golpe en el pecho, que no dude en devolverlo pero sin palabras. No tarde en sentir un agarre por mi cintura y alejarme de Andy antes de que otro golpe le diera en su cara. Al escuchar como Gustav maldecía supe que era el quien me detuvo, al ser el centro de atención, trataba también de agarrarme al no dejarme de moverme como un maldito perro furioso recordando que mi dueño me abandono.