Esto no me lastima, por supuesto que no, pues yo soy nada más ni nada menos que Hilda huracán. Admito que estoy enojada, porque todo lo que ha pasado me tiene totalmente confundida.
Todo esto es gracias a ti, el santo, no podía ser otro.
En nuestros últimos encuentros te has dedicado a darme mensajes contradictorios, y me da la impresión de que ni siquiera tú mismo sabes lo que está pasando contigo.
- Si no fueras padre, ¿te enamorarías de mí? - Cuando negaste con la cabeza se me apretó el corazón.
- Yo no puedo responder eso. - Pero esa respuesta tuya no terminó de destruirme.
Luego de orillarte con mis preguntas, de cuestionarte cual policía, supe que estoy tratando con un ser totalmente puro, un verdadero santo. Sentí tanta pena por ti, no entiendo cómo alguien puede andar por ahí sin ser amado o por lo menos amar a otra persona, pero ¿no he estado yo misma en esta situación antes de conocerte?... Al menos yo he tenido la libertad de buscar amor, mientras que tú has sido privado de este derecho.
No dejas de dar vueltas en mi cabeza y me pregunto si tú piensas en cómo me siento yo, ¿tienes curiosidad por saber si todo esto me lastima?
- Voy a rezar por ti, voy a pedirle a Dios que saque de tu corazón esos horribles pensamientos. Rezaré por ti... por nosotros. - Y la congoja en tu rostro, el temblar de tus manos, tus lágrimas empapando tus mejillas me dejan en claro que tus intenciones nunca han sido herirme.
- ¡Santo! - Te llamé cuando me dabas la espalda dejándome atrás.
- Para de tentarme, ¡para! - Me hablaste a la defensiva, nunca lo habías hecho. - Yo no puedo vivir como otros hombres viven, ¡no puedo! ¿¡Qué quieres de mí!?
- ¡Quiero casarme contigo! - Sin realmente pensarlo, te externé mi más profundo deseo.
- ¿Qué?
- Quiero casarme contigo. - Repetí susurrando, pues el nudo en mi garganta apretaba cada vez con más fuerza y por poco no puedo emitir sonido alguno.
- ¡No! - Me disparaste, y esa bala llegó muy profundo en mí.
Pero hasta ahora, en este preciso momento en el que el agua y la espuma de la tina cubren mi piel, jamás había considerado que a lo mejor yo también te estoy haciendo daño con mi manera de quererte a mi lado, pero ya no quiero esperar más, he sido lo suficientemente paciente toda mi vida. Pero en el interior, yo sé que si esto no te doliera como a mí no habrías venido hace una hora a la zona bohemia, en pleno carnaval.
Me reclamaste... dudando del amor que te tengo, incluso me dijiste que no habías ido de retiro, y admito que por un momento dejé que mis emociones me hicieran creer que te habías quedado por mí. Después de todo, las palabras que me dejabas escuchar me dejan ver que te importo tanto como tú a mí.
Pienso que ese trueno que inició la tormenta el día que nos conocimos unió nuestros corazones.
Estamos fastidiados, ¿no? El destino nos jugó bastante chueco haciendo que nuestros mundos fueran tan diferentes y luego los estrelló de frente entrelazando nuestras vidas.- ¿Te vas a quedar ahí parado? - Te pregunté al ver que no te ibas luego de nuestra pequeña discusión. Antes de eso, te toqué... Y eso era lo único que me importaba, no podía pensar en otra cosa. Te diste la vuelta y te vi subir las escaleras, y regresar la vista hacia mí. Nuestros ojos se encontraron unos segundos.
- ¿Qué? - Me dijiste aún molesto.
- Nada, pensé que había perdido la pulsera. - Mentí, porque lo que yo quería en ese momento era que me dejaras robarte este momento y hacer toda una experiencia inolvidable de nuestro primer carnaval, porque yo tampoco había ido a uno antes. Quería divertirme contigo y compartir toda la noche.
Pero nada de eso sucedió, y ahora estoy en este estúpido cuarto de baño, dándole vueltas a mi lamentable situación, mientras que tú, probablemente estás dedicándole estas horas a Dios, y no puedo evitar sentir envidia, porque si yo te importara de la misma manera, te habrías quedado conmigo.
Dios... si pudiera haría un pacto con él para que cambiara nuestros lugares y así podría entender lo que piensas de mí, lo que hay en tu corazón, lo que sientes por mí. Y así también podrías verte a través de mis ojos, sabrías lo importante que eres para mí y lo mucho que significas en mi vida, y entenderías lo imposible que es para mí estar lejos de ti.
Haría lo que fuera, perdería todo por ti, santo. Correría la colina más alta del mundo, levantaría un edifico desde cero con mis propias manos, daría hasta mi identidad a cambio si Dios me diera lo que quiero... Digo, si tan solo pudiera, pues ¿por qué Dios querría hacer un trato conmigo? En todo caso santo es quien debería pedírselo, a él sí lo escucharía, pero ¿el santo haría eso por mí? Mi cabeza dice que no, pero mi corazón, muy a lo lejos y apenas audible, me dice que sí, sólo debo darle un poco de tiempo. Malthus lo haría.
De todos modos, una lágrima que había estado conteniendo me traiciona y se desliza por mi mejilla.
Hola hola ✨🧚🏻Regreso con un pequeño escrito, esta vez de mi nueva obsesión, la miniserie Hilda Furacao (si no la conocen y llegaron hasta aquí, denle una oportunidad, no se van a arrepentir), aunque no he terminado de verla me ha inspirado.
Espero que lo disfrutaran tanto como yo escribiéndolo.
Sean felices.✨🧚🏻
ESTÁS LEYENDO
Digo, si tan solo pudiera
FanfictionHilda no puede dejar de pensar en sus últimos encuentros con Malthus, el santo. -Inspirado en los capítulos 16 y 17 de la miniserie Hilda Furaco. -Los personajes no me pertenecen. -Historia completamente de mi autoría. -Créditos de la imagen a su re...