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Scar, millones de gracias por comentar cada capi.

AngieMoon, gracias por ser siempre mi leal lectora.

A las demás, siempre gracias por votar y leer.

La semana que viene no habrá actualización porque VACACIONES, pero espero que esta parte os deje con tan buen sabor de boca que no os importe esperar.

¡Espero que os guste!

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Emma pisó más el acelerador de su escarabajo amarillo cuando comprobó la hora, apenas si tendría tiempo de arreglarse antes de acudir al concierto de Navidad.

No entendía cómo había acabado llegando mucho después de lo esperado. Bueno, sí que lo entendía; tenía un hijo recién salido de la adolescencia, cargado de hormonas, que había olvidado comprar el billete de avión que lo llevaría a Maine desde Philadelphia para Nochebuena. Así que ella había tenido que volverse loca esa mañana buscando algún medio de transporte que acercase a Henry hasta Storybrooke.

Tras una desesperante búsqueda, le había conseguido un billete en un tren que iba desde Philadelphia hasta Boston. Lo malo es que ella tendría que hacer horas de viaje para ir a buscarle en vez de aprovechar ese valioso tiempo con Regina. Y no quería perder tiempo de estar con Regina, era lo que más deseaba.

Emma se moría por llegar a Storybrooke y lanzarse a aquellos labios. Ya había pensado en las posibles consecuencias de besar a Regina, como desmayarse o sufrir un shock que la dejase vegetal. Pero le daba igual. Todo lo que no fuese sumergirse en el cuerpo de la alcaldesa le daba exactamente igual.

Fue directamente a la posada de Granny's porque Regina le había dicho que no podrían verse hasta después del concierto, puesto que había venido un representante de una fundación que iba a dar dinero a Storybrooke y llevaba todo el día haciendo de "guía turística".

Tras saludar a Dorothy y recoger las llaves de su habitación, que era la misma de la vez anterior, se apresuró en cambiarse y maquillarse. Se había comprado ropa específicamente para su reencuentro con Regina; un traje de chaqueta negro de pernera ancha y un top de encaje que dejaba al aire el estómago. Todo ello unido a unos altísimos zapatos de tacón negro. La alcaldesa le había dicho que el concierto era un acto en el que la gente solía arreglarse bastante y ella no iba a ser menos .

Una hora después Emma miró su reflejo en el espejo del baño; estaba mal que ella lo dijese, pero el largo pelo rubio suelto y el maquillaje ahumado, unidos a la ropa que le sentaba genial, hacían que estuviese espectacular. Esperaba que Regina opinase lo mismo.

El teatro estaba a rebosar, por suerte ella tenía un asiento reservado al lado de Mary Margareth y David en una de las filas delanteras.

Mientras caminaba hacia su butaca no le fueron ajenas las miradas de admiración de muchos de los vecinos de Storybrooke, pero no les dio mayor importancia porque sus ojos solo iban buscando a la alcaldesa. Se moría por encontrarse con ella.

David y Mary le llamaron la atención desde sus localidades una vez que se puso a su altura. Se saludaron efusivamente. A Emma cada día le caía mejor el matrimonio. Los sentía un poco como familia.

Poco después de tomar asiento las luces se apagaron dejando solo encendida la del escenario, en el cual apareció una flamante Regina.

La alcaldesa iba ataviada con un vestido negro de terciopelo por encima de la rodilla con escote corazón y unas pequeñas mangas que le caían bajo los hombros; el pelo lo llevaba en ondas, suelto, solo recogido en una de sus orejas. Lo que más llamaba la atención del conjunto eran unos espectaculares pendientes de cristal color esmeralda que no hacían sino resaltar el rojo que adornaba sus preciosos labios.