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Miraba como el par de hermanos gruñia y maldecía en voz baja mientras limpiaban la cubierta, el ya avía terminado sus labores por lo que podía descansar en lo que quedaba del día, le daba cierta gracia el ver como estos actuaban haci por esa pequeñes de limpiar.

—Y pensar que actuaba haci. - murmuró para si mismo.

—Con el tiempo uno aprende y se acostumbra, - era Eret - Aunque unos tardan más que otros.

—Supongo que tienes razón. - lo miro - ¿Tu sabes algo sobre esa isla rara?.

—¿La isla calavera?.

—Si, nunca había visto ese lugar antes en los mapas, mucho menos escuchado.

—No es como que la gente de tierra sea la más indicada a saber de ese lugar, es la segunda ves que voy a decir verdad.

—¿Enserió?.

Asintió - Hasta donde yo sé, esa es una isla que sólo se da a conocer a los piratas que saben el cántico que ortoga el Rey.

—¿Por qué un cántico?.

—Es un conjuro, magia muy extraña... esa isla siempre se está moviendo por lo que dudo mucho que se pueda ubicar a simple vista.

—Eso es raro.

—No tan raro como el deseó.

—¿Un deseó?. - ladeo la cabeza ante lo que escucho.

—Cada quince años, un mapa se le es ortogado a una tripulación para que puedan encontrar el tesoro... Joyas y millones de doblones en lo más profundo de una isla.

—Eso suena increíble.

—Pero hay algo más.

—¿Algo más?, ¿Qué cosa?.

—Las malas lenguas dicen que solo una persona de sangre pura podrá cumplir un deseó de corazón... Muchos an tratados de tenerlo pero pocos por no decir que ningunna persona ha sido los elegida para cumplirlo, por eso buscamos a Wastaken.

—¿El que tiene que ver con eso?. - el oji blanco lo acerco a él.

—A el capitán se le fue dado el mapa pero el se lo quito, Wastaken no puede ver lo que hay en el mapa.

—Eso es bueno ¿no?.

Nego rotundamente - Busca al capitán para matarlo y el capitán lo sabe... Todavía hay cosas que terminar en alta mar.

Eret fue llamado por Fundy por lo cual dejó al príncipe, sintiendo un escalofrío recorer su cuerpo de pies a cabeza.

" Todavía hay cosas que vender en alta mar... William. "

Ese tipo sabía que estaba con Big Q, ahora entendía en parte como este sabía su nombre pero aun haci no resolvía sus dudas sobre ese tipo.

Quackity estaba en su camerino, trataba de concentrarse en el mapa pero su cuerpo le dolía, su espalda en especial; se aseguró de dejar la puerta con llave para quitarse el saco y camisa dejando ver su abdomen con pocas cicatrices de rasguños y cortes profundos, la marca incompleta de alas en su espalda brillo y dejó a la vista sus alas, alas que antes era grandes de tonos negros como la obsidiana y doradas como el oro, grandes y hermosas.

Ahora ya no eran más que alas incompletas, partidas, todas y quemadas con el hueso al descubierto de un tono negro como el carbón, que apenas tenían unas pequeñas plumas negras que decidió arancar con fuerza entre pocas lágrimas de frustración, de misma manera arranco las pocas plumas negras en sus orejas y cola.

Apenas empezó a caer la sangre por sus mejillas se paro con calma y tapo sus heridas con un vendaje, miro esos trozos de alas en su espalda y no pudo evitar derramar más lágrimas al recordar ese día donde las perdió.

Volvió a conjurar aquel echizo para guardarlas, se volvió a vestir con su traje, recogió cada una de sus plumas negras y las guardo en un cajón donde estaban más, se cento y se abrazo a sí mismo.

—Ese maldito demino pagará... - murmuró con rabia - Al igual que los demás traidores.

El vuelo, la libertad de estar en el cielo libre y solo se le fue arrebatado por quienes llego a amar.

Philza veía a su hijo más pequeño jugando con un hibrido de carnero más pequeño pero también muy inquieto, Techno estaba sentado bajo el árbol mirando a su hermanito jugar, agradecía que este estubiera tranquilo y en buen estado; pero extrañaba en cierto modo la presencia de Wilbur, el como llegaba para contarle sus ideas mientras Tommy le seguía, arremedando todo lo que hacía el mayor.

—Phil, - era su esposa - Llegó una carta.

—¿Enserió?, - se acerco a ella - ¿De quien?.

—No se pero tiene un sello con forma de calavera. - le entrego la carta.

Tomo la carta y miro el sello de cera azul mezclada con un rojo carmín con el emblema de un craneo sin la mandíbula, parecía terrorífica y el lo admitía pero sabía a quien le pertenecía.

Se marchó a un lugar más privado no sin antes agradecerle a su mujer, apenas estar solo abrió la carta y leyó con cuidado el contenido.

" De: Angel Missael.
Para: Philza.

Se que es muy repentino inviarte esta carta pero realmente creo que necesitarás saber esto, estamos en plena amenaza y búsqueda de "Wastaken" (el hijo de "Puffi"), no creo que sea buena idea tener a tu hijo en este barco, sabes que el busca a Alex y no se detendrá hasta tenerlo muerto junto a todos en este barco.

Quiero saber tu decisión, podemos llevarlo al pueblo y que este a tu lado o puedes dejarlo aún sabiendo el riesgo, sabes que tenemos ese tratado de sangre... si por mi fuera lo mandaría al pueblo pero el mismo trato lo impide.

¿Qué decides?

Atte: 𝕸𝖎𝖘𝖘𝖆𝕾𝖎𝖓𝖋𝖔𝖓𝖎𝖆."

Apenas termino de leer la carta entro en duelo; aquel tratado era el echizo que estaba sobre el erete de su hijo y por ende no podía romperlo haci de fácil ya que la hoja estaba encantada, quemar aquel trato que guarda era la única solución pero sería que el azabache sintiera su cuerpo arder hasta que se queme por completo ese papel.

Conocía a Missa deste hace mucho tiempo, si bien este apenas tenía veinticinco, era consiente de que era quien más tenía experiencia dentro de ese barco; temía por la seguridad se su hijo pero tampoco lo quería tener para que este no se volviera a encaprichar con las cosas que le rodean, le dolería la decisión que tomaría pero para el sería lo mejor y confiaba lo suficiente en esa tripulación.

Su hijo se quedaría, ¿Qué podría salir mal?.

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En alta mar para amar // Quackbur Donde viven las historias. Descúbrelo ahora