—Déjame adivinar, ¿otro cadáver?
—Si...
Izuku soltó un fuerte suspiro ante esa respuesta, dejando caer los hombros con sumo cansancio y alzando las manos para cubrirse el rostro, luciendo derrotado.
Porque, oh, ese era el segundo cadáver de la semana.
—¿Aún no se sabe quién lo hizo? —preguntó, su voz saliendo amortiguada por las manos en su rostro.
—Mhm, bueno... —El otro pareció dudar, aparentemente sin saber si responderle con la verdad o no. Izuku alzó la mirada, clavando sus ojos verdes en él—. Uh, se sospecha que todos fueron asesinados por un demonio.
Al escuchar aquella declaración, Izuku sintió un escalofrío recorrerle desde la base de la espalda hasta la punta de sus inmaculadas alas.
—¿Qué? —masculló incrédulo.
—Encontraron rastros de energía demoníaca en el último cuerpo —reveló, luciendo bastante incómodo.
Izuku no respondió, permaneciendo con la mirada perdida en la nada.
—Lo siento, Izuku...
«No, yo lo siento aún más» pensó con amargura.
Porque Izuku era un ángel que, desde su creación, se había considerado muy bueno en su trabajo, presumiendo de una racha perfecta.
Nunca había fallado en cuidar de sus humanos, guiándolos siempre con diligencia para que, al final de sus efímeras vidas, sus almas pudiesen alcanzar el regalo de la reencarnación. Siempre lograba llevarlos por el camino correcto y los había ayudado a ser humanos de bien, incluso de vez en cuando los protegía de los peligros, ahuyentando demonios que quisiesen corromperlos o evitando accidentes que pudiesen cortarles la línea de la vida de tajo.
Pero durante los últimos tres meses, los humanos asignados para la protección de Izuku habían comenzado a aparecer sin vida, cruelmente masacrados en escenas dignas de un panorama sacado del mismísimo infierno.
A Izuku se le revolvía el estómago solo de recordar los cuerpos desmembrados y la carne cruda carcomida, como si hubiesen intentado comerselos vivos.
—Entonces debo ir a investigar yo mismo —suspiró Izuku con cansancio, levantándose de su asiento con resolución.
El otro ángel le miró preocupado.
—¿Vas a bajar a la Tierra? Nunca lo has hecho... —susurró, con las cejas fruncidas.
—No, nunca he bajado y creo que ese es exactamente el problema —dijo, sus alas extendiéndose de manera inconsciente para verse más grande, más seguro—. Debo ocuparme personalmente de este problema, Shouto.
Shouto, el otro ángel guardián, simplemente suspiró rendido, sabiendo que nada de lo que dijera podría hacer cambiar de opinión a Izuku.
—¿Quieres que te acompañe? —murmuró, rascando detrás de su nuca con nerviosismo.
—A ti no te gusta ir a la Tierra, Shouto.
—No, pero ya la conozco. Tú no. Necesitas a alguien que te guíe y...
—No soy un recién nacido. Ya tengo más de dos mil años humanos, puedo cuidarme solo —bufó Izuku, rodando los ojos con cierto aire cariñoso.
—Lo sé, pero hay un demonio loco suelto, no te vendría mal algo de compañía —insistió Shouto—. Deberías al menos pedirle a algún Arcángel que te acompañe, ellos son fuertes.
Si, lo eran. Los arcángeles eran los Ángeles más fuertes de todo el Reino Celestial, pues aunque algunos pocos se dedicaban a ser mensajeros, todos sabían que la otra gran mayoría en realidad se dedicaban a entrenar para ser parte del Ejército Celestial, porque aunque el cielo había gozado de paz por más de dos mil años, uno nunca podía saber cuándo se desataría otra guerra contra los de... abajo.
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the sins of the heaven | dekubaku
FanfictionIzuku es un ángel guardián que ha pasado toda su existencia cuidando a sus humanos de manera diligente. Sin embargo, su buena racha termina cuando los humanos a su cargo empiezan a aparecer muertos de forma misteriosa. Bajar a la Tierra para invest...