IV

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La arena entrando en sus sandalias le hicieron detenerse para quitárselas y llevárselas en mano. Debido a la alta humedad que había en Miami, el pelo de Betty se había esponjado demasiado. Ya eran varios los días que regresaba a la playa... era difícil olvidarlo.

El sonido del mar le producía tanta nostalgia, lo recordaba. Recordaba la calidez de sus manos, su sonrisa, a ambos caminando juntos. Unas lágrimas evidenciaron su sentir y de prisa se encargó de limpiarlas.

—Cortesía mía —dijo Layla dándole un mojito, ella agradeció, aunque eso también le recordó a él —, ¿Prácticas alguna clase de ritual? —Betty arqueó las cejas por la pregunta. —Casi a la misma hora vienes aquí.

—Es por el paisaje... es bonito.

Darling ese cuento no me lo trago, mírate, tienes la mirada tan pérdida. Si es por alguien te puedo ayudar, soy una gran consejera, anda, soy todo oídos.

—Bueno... ¿Tú hubieras regresado con alguien que se arrepintió del daño que te hizo?

—¿Hablamos de una infidelidad?

—No... o bueno, no sé cómo definirlo.

—Tengo una prima, su novio le fue infiel, ni idea de cuántas veces. En todas siempre le pidió perdón, le dijo que iba a cambiar, le prometió todas esas tonterías y ella lo perdonó en todas, ¿Sabes por qué?

Ella negó ante su pregunta.

—Porque es una idiota. Ay no, de solo recordarlo me dan ganas de... El punto al que quiero llegar es que, es muy fácil prometer. Puedes jurar lo que sea, pero eso no importa, al final las acciones son las que hablan por sí mismas. Si alguien te engaña, te pide perdón y después vuelve a hacer lo mismo ¿Realmente hubo un arrepentimiento genuino? Of course not.

Ante el planteamiento de Layla, Betty se quedó inmersa en sus pensamientos. Tenía toda la razón, pensaba de la misma manera. Las acciones eran más importantes que cualquier otra cosa.

—Ahí viene otro con su ritual —continuó Layla, a lo lejos estaba André hablando por teléfono.— Seguro ya son las dieciocho. Te voy a contar por qué lo hace, pero, si algún día él mismo te lo cuenta yo nunca dije nada ¿Okey? Todos los días, le marca a su hermana para saber cómo está. Hace mucho la vi de lejos, se veía fatal, su rostro estaba muy demacrado. He tenido curiosidad de por qué terminó así, pero no me quiere decir... quizá es porque no sé guardar secretos —dijo lo último con una sonrisa traviesa—. Eso me recuerda, ayer vi a Ricardo por aquí.

—¿Ricardo?

—Vienes de V&M, seguro lo conoces, ¿O no?

—Por desgracia.

—Él y Armand estudiaron en el mismo college que yo, obvio carreras distintas —concluyó, después hizo silencio para observar a detalle la blusa de la rizada—. Muy pasada de moda.

¿Quién eres? || Betty en NYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora