Cap 40

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Una melodía triste inundaba la habitación, se había topado con Sirius tras salir del pasillo. Espero que intentará hablarle para disculparse, no obstante, el chico incómodo murmuro una disculpa y comenzó a caminar deprisa. Sus manos se equivocaron de tecla rompiendo su trance.

-Se que he escuchado esa canción en algún lado- se tiró al escuchar la voz del director, este le sonrió hasta acercarse a la menor -He escuchado que el equipo de Slytherin busca un nuevo miembro-

Eris trato de limpiar una lágrima que había comenzado a bajar, su mano fue detenida por la del mayor.

-Esta bien señorita Rellish- le acarició la palma izquierda observando sus heridas. La chica comenzo a llorar, al estar cansada intento levantarse. -La profesora McGonagall me menciono que no tendrá un castigo-

-Gracias director- trato de sonreír.

-Espere señorita Rellish- la detuvo sacando de su túnica una bolsa que se la ofreció a la chica -Le sugiero los de color verde- le guiño el ojo, le tocó el hombro y prefirió dejarla sola.

Eris sonrió esta vez al ver un dulce de limón.

Severus también era el centro de atención. Casi le da un infarto tras recordar los sucesos con más claridad sin ninguna gota de alcohol. Intento acercarse a la pelirroja pero recibió un trato más frío al darse cuenta que su ex amiga se había enterado del espectáculo que sufrió la peliblanca.

A Rellish la miraba a lo lejos, entre los pasillos más solitarios o arbustos en los terrenos de Hogwarts. Esta con la mirada baja la mayoría del tiempo comenzaba a perderse por horas durante las clases ni en las comidas se apreciaba.
Se sorprendió de escuchar al capitán del equipo buscar desesperado al remplazó de Rellish. En el fondo su mente trataba de reprocharle por las ausencias de la peliblanca que no se molestaba en insultarlo o golpearlo.

Sacudió su cabeza de pensar en ella, como para asegurarse que volvía a la realidad arrugó la Carta que sostenía. Lo que estaba escrito debía ser su única preocupación, no una chiquilla mimada muy necesitada de atención.

Volvió a leer el contenido de la carta, su madre había comenzado a enfermarse más seguido, esto preocupaba mucho al chico, sería más llevadero si tuviera a su amiga a su lado. Estaba muy enojado de que su padre no ayudaba a su esposa económicamente para un médico.

Eileen no iria a un sanatorio mágico para evitar las habladurías de su estado. Todo esto llevo a que un Severus se encontrará en la puerta del director junto a su jefe de casa. Trato de explicar su situación sin tocar algo muy íntimo de su vida personal.

El director le afirmo que no se preocupará, le dio una semana para viajar en tren hasta su hogar y cuidar de su madre. Con respeto inclino la cabeza ante los mayores y se dirigió hasta su habitación para empacar. Satisfecho fue llevado en compañia del guardián Hagrid hasta la estación del tren. Llegó hasta su hogar unas horas después, con delicadeza abrió la puerta, el lugar estaba muy silencioso.

Al subir las escaleras y abrir la recámara de su madre se le partió el corazón de verla muy frágil en esa cama vieja. Con mucha delicadeza para no asustarla tocó su frente, la mayor ardía en fiebre. Rápido conjuro agua y un pañuelo para pasarla por la frente sudo Rosa de su madre.

No se separó de ella por ningún momento.

Meridia caminaba por los pasillos del colegio hasta el Salón de la profesora Minerva, esta le contó cada detalle que alarmó a la mujer. Su sobrina no debería de llevar ese peso tan grande en sus hombros, tomaron té hasta que se despidieron. La profesora le había dicho que era necesario que Eris descansará fuera del colegio un par de días, por lo que la dama la busco.

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