𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑𝟐

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Mientras llamaba a la puerta de mi jefa, no podía decidir si era la mayor idiota del mundo o simplemente una idiota persiguiendo sus sueños

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Mientras llamaba a la puerta de mi jefa, no podía decidir si era la mayor idiota del mundo o simplemente una idiota persiguiendo sus sueños.

¿Quién es? —ladró. Abrí la puerta. — ¿Y ahora qué, Lisa? Tengo mucho que hacer, y, a menos que hayas logrado el objetivo de este mes, tú también.

Al menos no se había vuelto agradable de repente, lo que me habría hecho sentir un poco mal. Me pregunté si siempre había sido tan cabrona o si había sido ese horrible trabajo el que la había vuelto así.

No te robaré mucho tiempo. Solo quería entregarte esto en persona. — Los nervios provocaron que se me agitara el estómago cuando puse el sobre cerrado sobre su escritorio. Estaba haciendo lo más adecuado, y lo sabía. Era el momento de dar un gran salto de fe.

¿Qué es esto? —preguntó, como si acabara de entregarle un zurullo con una pala.

Mi dimisión. Ya me dirás si quieres que te dé un preaviso. —En ese instante fue como si alguien hubiera atado un montón de globos a mi cuerpo y me sintiera diez toneladas más ligera. Me di la vuelta y me fui.

¿Tu dimisión? ¿De qué demonios estás hablando?

En la puerta me giré y sonreí.

Me largo. —No era consultora de Recursos Humanos, no de corazón.

¿Adónde te vas? ¿A Whitman & Jones? Son unos completos cabrones en sus condiciones de trabajo…

No me voy a otra consultoría. Quiero concentrarme en mi propio estudio de diseño de interiores.

¿No te vas a otra empresa? —Se puso de pie y se inclinó sobre el escritorio. Si hubiera estado un poco más cerca, me habría preocupado que se hubiera abalanzado sobre mí— ¿Es que no tienes facturas que pagar?

Pagar la hipoteca ya no era suficiente: quería ser feliz.

Voy a vender el piso. —No quería vivir en el piso al que Sehun y yo nos habíamos mudado al ir a Londres; me sentía envuelta por promesas incumplidas, por no hablar de que estaba decorado con un gusto condenadamente horrible

Según la situación del mercado, el agente inmobiliario me ha asegurado que tendré un comprador a finales de semana. —Pensaba utilizar el capital del piso para mantenerme a flote hasta que mi estudio funcionara. Y si tardaba más de lo que me duraba el dinero, me buscaría un trabajo a tiempo parcial que no me consumiera el alma.

Pues que tengas suerte —espetó como si me estuviera deseando una enfermedad tropical en lugar de suerte— Despeja el escritorio. No quiero volver a verte por aquí.

Mi sonrisa no se había desvanecido en absoluto mientras me alejaba, con aquellos globos haciendo que levitara. Era libre. Era el comienzo de una nueva vida.

𝙋𝙧𝙚𝙩𝙚𝙣𝙙 𝙇𝙤𝙫𝙚 | ℓк αυ ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora