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El tema de su madre es algo delicado para él, no es algo de lo que disfrute hablar, no lo hace ni con su padre y ahora que viene un humano tonto a hablar de eso. ¿Por qué debería decirle lo que pasó? ¿Por qué se mete tanto en primer lugar?

Al humano rojo no le incumbe.

Su instinto lo hizo temblar, odia recordar, lo detesta.

— ¿Estás cómodo, Gon?

La voz suave de Hisoka lo despertó de su ensueño.

Sus ojos miraron al humano frente a él, mostrando varias prendas de vestir humanas, prendas horribles a su parecer.

No son más que pieles falsas.

Gruñó cuando el humano rojo acercó una prenda roja para ponerla en su torso desnudo, sobre esa cosa cómoda que Nobunaga le llamó cama, y según los conocimientos enseñados, lo que el pelirrojo le ofrece era ropa. De esa que se ponen para tapar su desnudez.

— No, ¿Por qué debo ponerme eso? ¡No soy como ustedes!

Exclamó, enseñando sus colmillos y haciendo que sus ojos brillen de forma peligrosa. Sus garras crecieron, y los pelos de su cola y orejas se erizaron en señal de sentirse en peligro.

Y para empeorar sus nervios, Hisoka lo carga en sus brazos como un bebé. Acariciando sus muslos y frotando su espalda para calmarlo, hay no, que se detenga, que alguien lo detenga.
Odia esto, odia el contacto, no desea que lo toquen, no de nuevo, mierda no de nuevo...

— Shh... Cálmate Gon, calma... No te haré nada, todo está bien.

Ahogó un quejido cuando las garras del menor se clavaron en sus hombros, maldiciendo por no saber que le sucede a este pequeño cachorro, temblando y atacando como si no pudiera hacer nada más que eso.

Suéltame, Humano. — sus colmillos salieron.

Hisoka lo apretó aun más a su pecho, regulando su respiración, tratando de hacer sentir mejor al niño pero... ¿Por qué carajos parece que está haciendo lo contrario a sus intenciones? ¿¡Por qué no funciona!?

— Cálmate cachorro, estoy aquí. — susurró, en un intento de acariciarlo.

Lo sintió tensarse cuando, las garras salieron de su piel y un líquido caliente comenzó a deslizarse por su piel y pegando la camisa a la misma. Quiso maldecir cuando sintió los colmillos del cachorro rozar sus heridas.

Ay no... No me vaya a morder... – hizo una mueca.

Y cerrando los ojos con fuerza, esperando la presión contra su piel, se estremeció cuando sintió una tibia lengua deslizarse por los restos de esa zona (su camisa) la cual estaba roja por su sangre.

... Gon está lamiendo sus heridas, limpiando el líquido rojo que había, sintiendo un leve alivio en la zona afectada, como si no hubieran heridas en primer lugar.

— Lo siento, Humano. — Gon lo miró a los ojos, pero en ningún momento bajó la cabeza.

El mago sonrió, abrazando con más fuerza al niño en su pecho, escondiendo su nariz en el cabello oscuro que le cubría la nariz. Tan suave, tan cálido, tan lindo.

— ¿Cuántos años tienes, Gon~?

Se alejó, mirándolo con curiosidad mientras que el pequeño trató de alejarlo cómo pudo, pero no en ese aspecto.

¡Malditos músculos de un niño humano inútil!

Apretó los dientes cuando el humano se acercó a su mejilla, intentando besarlo, Ugh, no, eso sí que no. ¿No le basta al humano rojo solo con tocarlo? ¿Ahora también lo quiere besar? ¡No!

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora