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Hisoka Morrow, es un magnate incógnito al qué, ni una sola persona le ha visto el rostro. Lo único que se de él respecto a su vida personal y amorosa es que es bisexual.

Nunca ha tenido una mascota, ya que en lo personal no posee ningún apegó hacia esas criaturas que a su parecer - son insignificantes - y por ende a ello, no se le ha visto una criatura en su mansión.

En unas entrevistas anteriores le preguntaron: ¿Algún animal que no es de su agrado? Su respuesta fue simple, pero por ella recibió muchos abucheos por sus fans.

Los gatos, no le gustan.

Las razones por las que no le gustan son estás:
1. Son demonios que arañan y muerden cuando no están de humor.
2. Son bestias que maullan hasta altas horas de la noche.
3. Botan mucho pelo.
4. Son bipolares y difícil de manejar.

¡Jamás en su vida se preocupó por una mascota!

Eso era así hasta ahora.

¿Quién diría que ese mismo ser humano estaría, en este mismo momento, persiguiendo a su michi de gran tamaño por la calle?

Mierda, ¿Todos los gatos corren así de rápido? – jadeo cuando el auto dió un giro en la esquina.

— ¡Goooooon! — gritó.

En cambio el michi no lo escuchó y continuo, llendo hacia no sabe dónde ya que solo se guía por el aroma que llena sus fosas nasales.

— ¡No escucha, maldita sea! — golpeó la puerta del auto — ¡Más rápido, Nobunaga!

— ¡Si señor!

Y aumentando más la velocidad sin importarle que el semáforo estaba en rojo, pasó lo más rápido que pudo y finalmente volvió a seguirle el rastro a Gon quién se había detenido frente a una tienda.

... ¿Una veterinaria? Hisoka se bajó del auto y fue corriendo hacia él, notando la pupila dilatada mientras que un leve dorado lo adornaba.

Hisoka se quedó anonado... Es la primera vez que veia ese color en los ojos de la pantera.

Papá. — llamó, mientras olfateaba el aire.

Hisoka se quedó callado, escuchando y mirando como olía lo que sea que estuviera buscando. Miró claramente como el dorado en sus ojos desaparecía a la vez que un deje triste aparecía en su mirada castaña.

— No está papá. — sollozó, jadeando mientras volvía a ser humano, está vez sin cola.

Hisoka se quitó la camisa de botones que traía, lo bueno es que siempre tiene la costumbre de ponerse otra debajo, por lo que no quedo en cuero en media calle.

— Vamos a casa. — susurró, mientras lo vestía con la prenda.

Hisoka se quedó en silencio cuando esos ojos castaños se posaron en él, y nuevamente esa extraña energia lo recorrió. ¡No entiende que diablos sucede cuando está con esa criatura que lo pone nervioso! Y no, no le disgusta lo que le provoca.

Solo le molesta no saber que demonios le sucede.

Casa...

Gon meditó esas palabras. Su casa está en el continente oscuro, lugar al que es probable no vuelva jamás. ¿Está bien que tome la casa de este humano rojo como su casa?

No, las bestias y humanos no pueden convivir.

Se tensó, su instinto aún sigue estando alerta. Eso significa que aún hay mucho por hacer para que este humano confíe en él, y que él mismo pueda confiar en el humano.

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora