𝕯𝖊𝖚𝖉𝖆

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Los príncipes azules no existen, los finales felices tampoco, el caballero de brillante armadura se marchó.

La tormenta no hacía nada más que empeorar, la lluvia a ese punto se sentía cálida sobre la piel de porcelana habiendo abandonado el castañeo de sus dientes kilómetros atrás, no le molestaría todo ello si tan solo supiera dónde estaba.

La oscuridad de la noche lo alcanzaba dejándolo a ciegas, ya no sabía cuántas vueltas había dado en la zona pero de lo que estaba seguro era que pasar la noche a merced de lo desconocido no era una opción y se mantendría en calma si la carta a la que se aferraba no se hubiera vuelto ilegible por su necedad de mantenerla en sus manos.

-¡Joder! ¿Qué más falta? ¿¡Un puto rayo en mi cabeza?! - Su cabello azabache escurría agua a cántaros haciéndole ver aún más vulnerable para su propio desagrado.- ¡Por los dioses a quien mierda se le ocurrió esto!

A su fortuna los gritos morían en soledad hasta que lo que estaba buscando lo hizo regresar en si al chocar contra una gran y ornamentada columna, no espero invitación alguna para buscar la puerta con desespero dando con la entrada, el interior estaba incluso más oscuro que el exterior pero su nueva preocupación reposaba en el estrenduoso chirrido de la puerta de madera al ser manipulada al haber sido abierta y ahora sellar el lugar.

Alejandro comenzaría a vagar sumido en la noche mientras su vista se acostumbraba a la nula iluminación detonando lo grande del recibidor hasta toparse con lo que era un candelabro de cristal en el techo, al caer en cuenta buscaría los restos de la carta en los bolsillos tratando de recordar los detalles de su búsqueda volteando al piso sin notar algún detalle.

Corriendo tratando de no resbalarse subiría las escales que daban al segundo piso entrecerrando los ojos hasta lograr ver la imagen plasmada en suelo al centro de la habitación, una fiel representación de la luna, era completamente ridículo como cada crater estaba perfectamente detallado.

Había llegado.

Far... No, David, no había dado mayor detalle que lo meramente sustancial para llegar ahí y un sermón gratuito que incluso hasta aquel momento no le daba ninguna tranquilidad o gusto, realmente no deseaba nada de él.

Su mente ya no quería pensar, anhelaba dónde descansar, sin cuidado se adentraria buscar en las habitaciones que en ese momento parecían infinitas hasta encontrar una alcoba y al dar con la cama caer húmedo en el colchón quedando completamente inconsciente, por lo menos eso denotaba.

*ೃ࿈

Querido Alexby

Sé que prometí no darte más molestias, fuiste muy claro, pero para nuestra desgracia, perdona, tú desgracia, no estamos a mano, me debes no solo tu vida y lo sabes bastante bien.

En un par de días debo abandonar la ciudad permanentemente y con ello lo más preciado que tengo, no te hagas ilusiones rata, no confío en ti pero eres demasiado orgulloso como para permitirme darme el gusto de recordarte lo que hice por ti.

¿O es que ya se te olvidó? No me hagas arrepentirme y cobrar lo que por derecho dejo de pertenecerte.

Solo necesito que vayas a un castillo que está en lo profundo del bosque de la Media Luna, sabrás que es el correcto cuando veas el suelo, vamos que no eres tonto y pensarás un poco, lo demás solo fluirá.

No digas nada, bueno que también soy tonto y no pensé antes de escribir esas tres palabras ¿Tienes a quien decírselo siquiera?, No te molestes en responderme, pero de ahora en adelante de algo valdrá la pena que sigas entero.

𝕻𝖊𝖆𝖗𝖑𝖞 𝕭𝖑𝖔𝖔𝖉 | 𝕾𝖙𝖆𝖝𝖝𝖇𝖞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora